BLOG DE HISTORIA 1º BACHILLERATO

Prof. Luis Pérez-Cea Soto

viernes, 28 de marzo de 2014


La guerra fría se extiende a Asia

La primera bomba atómica soviética

El revés que había supuesto para la URSS el fracaso del bloqueo de Berlín se vio compensado por un acontecimiento que cambió de forma decisiva el equilibrio estratégico mundial: el 29 de agosto de 1949 la URSS experimentó su primera bomba atómica. De repente, el monopolio atómico norteamericano había desaparecido, mucho antes de lo que la mayoría de los analistas habían pronosticado.

La revolución comunista china

Una "segundo bomba" se abatió muy pronto sobre el equilibrio entre los nacientes bloques enfrentados: tras dos años de renovada guerra civil, el 1º de octubre de 1949 las tropas comunistas de Mao Zedong entraban victoriosas en Pekín, proclamando la República Popular China. Las tropas nacionalistas de Chiang Kai Chek huyeron a la isla de Taiwan donde establecieron un régimen dictatorial pro-occidental protegido por EE.UU.

En 1950, Mao viaja a Moscú donde concluye diversos acuerdos con la URSS, entre ellos una alianza militar por treinta años "contra Japón o cualquier agresor unido a Japón". El paso del país más poblado del mundo al campo comunista traumatizó al mundo occidental y especialmente a la opinión norteamericana.  No obstante, la concordia entre Moscú y Pekín será efímera, abriéndose en el medio plazo un nuevo cisma en el mundo comunista mucho más importante que el que había protagonizado Tito.




La guerra de Corea 1950-1953

La primera víctima de la guerra fría fue el pueblo coreano. Por primera vez, el enfrentamiento entre el bloque occidental y el bloque comunista vino a concretarse en "una guerra caliente".

La guerra de Corea hunde sus orígenes en el reparto en dos zonas de ocupación de este antiguo protectorado japonés tras la derrota del régimen de Tokio en 1945. Separadas por el paralelo 38º, la ocupación soviética y norteamericana dio lugar al nacimiento de dos regímenes radicalmente enfrentados. Corea del Norte, una dictadura comunista pro-soviética bajo la mano de hierro de Kim il Sung y Corea del Sur, una dictadura de derechas pro-norteamericana bajo la dirección de Syngman Rhee. Cuando las potencias ocupantes se retiren en 1948, la URSS, y en 1949, EE.UU., dos estados antagónicos quedaron frente a frente.


El conflicto se inició con la agresión norcoreana en junio de 1950 a la que respondió la intervención norteamericana en septiembre de ese mismo año. En octubre, tropas chinas entraron en la península en ayuda de Corea del Norte, lo que finalmente llevó una estabilización de los frentes a partir de 1951.

Para romper este empate táctico, el general MacArthur, al frente de las tropas norteamericanas que luchaban bajo el pabellón de la ONU en Corea, llegó a proponer el uso de la bomba atómica y el ataque a China. Estas propuestas precipitaron la reacción del presidente Truman y fue sustituido por el general Ridgway en abril de 1951. Se asistía así de nuevo a lo que ya se había visto en el bloqueo de Berlín: a lo largo de la  guerra fría, las dos superpotencias fueron prudentes cuando se entrevió la posibilidad de un enfrentamiento directo entre ambas.

Finalmente, poco después de la muerte de Stalin, en julio de 1953, se firmó el Armisticio en Panmunjong. Se acordó una nueva línea de demarcación que serpentea en torno al paralelo 38º.

La guerra de Corea dio dimensión mundial a la guerra fría y convirtió a Asia en uno de sus escenarios principales. En adelante, conflictos de tipo colonial como la guerra de Indochina, comenzada en 1946 y en la que la guerrilla del Vietminh luchaba contra la potencia colonial francesa, se transformaron en conflictos insertos en la guerra fría.

Estados Unidos, donde el conflicto había alentado la histeria anticomunista orquestada por el senador McCarthy (caza de brujas), inició un importante rearme ante el convencimiento del carácter expansionista del comunismo y la evidencia de que los soviéticos poseían la bomba atómica.

Los orígenes del conflicto árabe-israelí

 

Los antecedentes del
contencioso árabe-israelí se remontan a fines del siglo XIX con el nacimiento del movimiento sionista.  El holocausto nazi precipitó la afluencia de judíos a una tierra que había estado poblada durante siglos por árabes palestinos. Dos pueblos competían por el control del territorio de la, en aquel momento, colonia británica de Palestina: 1.250.000 árabes contra 560.000 judíos, venidos en su mayor parte de Europa y, por consecuencia, con un nivel tecnológico y económico más desarrollado.
Tras meses de sangrientos disturbios, la ONU acordó un Plan de Partición de Palestina el 29 de noviembre de 1947. El territorio de Palestina se dividiría en tres partes: un Estado judío, un Estado árabe y Jerusalén, internacionalizada y bajo el control de las Naciones Unidas.

La primera guerra árabe-israelí (1948-1949

El 14 de mayo de 1948, el líder hebreo Ben Gurion proclamó el nacimiento del Estado de Israel en los territorios que les habían sido adjudicados por la ONU. La reacción árabe fue inmediata, cuando las tropas británicas abandonaron la colonia el 15 de mayo tropas de los estados árabes que circundan a Israel atacaron al recién nacido estado hebreo.

La primera guerra árabe-israelí (mayo 1948-junio 1949) concluyó con la victoria israelí. El nuevo estado judío pasó a ocupar el 78% de la antigua Palestina en lugar del 55% asignado por el reparto de la ONU. Los territorios árabes que quedaron fuera de su control fueron controlados por los estados árabes vecinos: la franja de Gaza pasó a manos de Egipto y la Cisjordania y la ciudad antigua de Jerusalén quedó en poder del reino de Jordania (la antigua Transjordania). La guerra fue una catástrofe para la población palestina que fue expulsada masivamente de los territorios israelíes y se refugió en los estados vecinos. Los árabes palestinos quedaron como una población sin estado.


El bloque occidental

Los lazos transatlánticos

Este bloque está conformado y dirigido por países de economía capitalista con un alto nivel de desarrollo y sistemas políticos democráticos. El levantamiento de las trabas al comercio mundial patrocinado y gestionado por instancias internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el GATT propiciaron los intercambios comerciales y monetarios, lo que evitó tendencias aislacionistas.
Sin embargo, la gran cuestión que va a llevar a que EE.UU se lance, contrariando sus tradiciones históricas, a la constitución de un bloque formado por alianzas será reforzar a una Europa Occidental, totalmente necesaria para no perder la guerra fría.


La Doctrina Truman y, sobre todo, el Plan Marshall constituyeron los dos primeros pasos de la nueva postura norteamericana. La reconstrucción de las economías europeas y la consecución de una cierta estabilidad social fueron elementos clave de la "contención" del comunismo en Europa. El European Recovery Program, más conocido como Plan Marshall, hizo que EE.UU. planteara la necesidad de una coordinación económica europea. Así, en 1948, nació la Organización Europea de Coordinación Económica (OECE), embrión de la futura Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La conclusión de este proceso de conformación del bloque occidental concluyó en 1949 con la firma del Pacto Atlántico y la constitución al año siguiente de la OTAN, la gran alianza militar occidental.


Los inicios de la construcción europea

Los EE.UU. van a jugar un papel esencial en la posguerra empujando a la Europa Occidental hacia la construcción de la unidad europea. La "idea europea" no era nueva. Ya tras la primera guerra mundial, durante el período de entreguerras figuras como Coudenhove-Kalergi o estadistas como Aristide Briand defendieron un proyecto integrador que fracasó estrepitosamente tras la depresión de 1929 y el ascenso de los fascismos.

Países integrantes de la CECA
Tras la segunda guerra mundial, diversas iniciativas llevaron a la adopción de los primeros pasos concretos en el camino de la integración. En mayo de 1948, más de 750 figuras europeas, muchos prominentes políticos ente ellos, se reunieron en el Congreso de La Haya y en 1949 nacía el Consejo de Europa. 
 
Sin embargo, fue en el bienio 1950-1951, cuando en Corea se iniciaba el primer "conflicto caliente" de la guerra fría, cuando se tomaron los principales pasos que iniciaron el proceso de integración: la Declaración Schuman y su inmediata consecuencia la creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA).
La Europa occidental había iniciado un camino unitario en el que la integración económica tenía un papel esencial. La firma de los Tratados de Roma en 1957 y el nacimiento de la Comunidad Económica Europea será el siguiente y decisivo paso.


Una red mundial de alianzas

La guerra fría y la experiencia histórica del período de entreguerras llevaron a los EE.UU. a dar un giro histórico en su tradicional aislacionismo. Más allá de los lazos trasatlánticos con la Europa Occidental, la Secretaría de Estado norteamericana se lanzó a la construcción de una serie de alianzas internacionales que consolidaran al bloque occidental:
  • Ya en tiempos de Truman se firmó en 1947 el Tratado de Rio con veinte países latinoamericanos. Esta iniciativa concluyó en 1948 con la fundación de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esta institución ha estado siempre basada en un desequilibrio de fuerza patente entre la potencia norteamericana y el resto de los países del continente.
  • La guerra de Corea llevó en 1951 a la constitución de una alianza militar en el Pacífico: el ANZUS (Australia, New Zealand, United States) y la firma del Tratado de San Francisco con Japón, antiguo enemigo con el que EE.UU. concluía un tratado de defensa.
  • El presidente Eisenhower y su Secretario de Estado Foster Dulles completaron y sistematizaron la red de alianzas occidental: en 1954 nació la SEATO (siglas en inglés para la Organización del Tratado de Asia del Sureste) con Gran Bretaña, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia y Pakistán; en 1955 se firmó el Pacto de Bagdad, alianza de seguridad en el Próximo Oriente en el que agrupaban Gran Bretaña, Turquía, Irak, Pakistán e Irán. Al retirarse de la alianza Irak en 1959, este pacto se tranformó en el CENTO (siglas en inglés para la Organización del Tratado del Centro).

El bloque comunista

La segunda glaciación stalinista en la URSS
Durante los años treinta, Stalin instauró un sistema totalitario fundado en el control de la población, la represión contra cualquier disidencia, algo que fue especialmente significativo en el cruento proceso de la colectivización agraria, la planificación económica centralizada y la primacía de la industria pesada. Si bien la URSS consiguió una rápida industrialización, el coste humano fue enorme: el sistema de campos de concentración o Gulag es el mejor ejemplo de los sufrimientos del pueblo soviético.
Durante la guerra, a fin de suscitar la unidad patriótica contra el invasor alemán la represión disminuyó y miles de prisioneros fueron liberados. La victoria de 1945 llevó a Stalin al cenit de su popularidad, era el "Padre de la victoria".
Gulag
Sin embargo, en cuanto aparecieron de nuevo las dificultades en la posguerra, como el hambre de 1946, el viejo dictador volvió a sus prácticas de terror: las deportaciones masivas al Gulag llevaron a que más dos millones y medio de personas fueran detenidas en muy corto tiempo.

Las "democracias populares"
El estallido de la guerra fría tuvo como resultado en las zonas ocupadas por el Ejército Rojo la organización de nuevos estados "satélites" de la URSS.
Exceptuando en Albania y Yugoslavia donde la triunfante guerrilla comunista autóctona llevó a los comunistas directamente al poder, el establecimiento de las "democracias populares" se realizó en un rápido proceso que culminó en 1948 con el golpe de Praga.
Stalin y Gotwald
 El proceso fue similar en todos los países:
  • En primer lugar, la "desnazificación", es decir, purga de los colaboradores con el Eje que a menudo redundaba también en la represión contra una parte importante de las clases más acomodadas.
  • Formación de "Frentes Nacionales" en los que los PC colaboran con diversas fuerzas democráticas, aunque se reservan los puestos clave Interior, Defensa, Economía, Justicia- en los gobiernos.
  • Eliminación de las fuerzas no comunistas y completa "satelización" del nuevo régimen. La represión contra cualquier disidencia se veía acompañada por la completa dependencia de Moscú. 
En el terreno económico, los soviéticos desmontaron y transfirieron a su país fábricas completas, así como productos de todo tipo. En general, en los países conquistados se tendió a organizar las actividades económicas siguiendo las directrices y los intereses de Moscú. Acuerdos bilaterales entre la URSS y  los diversos países del bloque oriental regularon las relaciones económicas mutuas.
El cisma yugoslavo en 1948 constituyó la primera fisura en el bloque que se estaba formando en torno a la URSS.
La organización del bloque comunista
La articulación de la Doctrina Jdanov y la creación de la Kominform en 1947 fueron la primera reacción de la URSS tras la ruptura con las potencias occidentales. La Kominform jugó un papel importante en la movilización ideológica y en la propaganda en los países comunistas. Tras
el cisma yugoslavo, la Kominform pasó a centrarse en la lucha contra Tito ante el temor de Stalin a un "contagio" en el resto de las "democracias populares".
Otro elemento clave de la labor de la Kominform fue la organización del Movimiento por la Paz, esta organización  centró sus críticas en el armamento nuclear norteamericano y lanzó grandes campañas recogiendo firmas que pedían la prohibición de las armas atómicas. Estas campañas consiguieron el apoyo de un gran número de intelectuales.
Paralelamente en los "países satélite", una nueva oleada de purgas (1948-1952) marcó los últimos años de la dictadura de Stalin. Cualquier intento de iniciar una "vía nacional" al socialismo que no siguiera al pie de la letra el modelo soviético fue acusado de "desviacionista" y tildados de "trostkistas" o "titistas". La realidad fue que aproximadamente un cuarto de la militancia comunista, muchas veces los militantes más veteranos y con mayor experiencia de lucha, fueron juzgados, encarcelados o ejecutados. La represión se convirtió en adelante un rasgo esencial de las "democracias populares".
En 1949, nació el COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica), instituto multinacional que agrupaba a la URSS y a los países del Este con la excepción yugoslava que buscaba el fomento y la planificación de los intercambios comerciales entre los países del bloque. Hubo que esperar hasta 1960 para que este organismo funcionara con plenitud.
La URSS fue creando una red de alianzas que diera coherencia a su bloque. No obstante, esta red fue mucho menos densa y tardó más en consolidarse. El gobierno de Moscú fue firmando Acuerdos bilaterales con las "democracias populares" y con la China comunista de Mao.

Hubo que esperar a que pasaran dos años de la muerte de Stalin para que, con la ocasión del ingreso de la RFA en la OTAN, naciera en 1955 el Pacto de Varsovia, alianza militar que unió a la URSS con todos los países europeos del bloque comunista con la excepción de Yugoslavia. Se calcula que las fuerzas militares del Pacto ascendían a 6 millones de soldados con un armamento altamente homologado. El mando unificado de estas tropas quedó en manos de un general soviético.
La Coexistencia Pacífica 1955-1962

La "coexistencia pacífica" de Kruschev

La muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953 abrió una nueva fase en la historia de las relaciones internacionales. Tras un complejo proceso sucesorio, Kruschev consiguió asentarse en el poder del Kremlin, muy especialmente tras eliminar a Beria, jefe del aparato represivo stalinista, en junio de 1953.

El nuevo líder soviético lanza una nueva política exterior que va a denominar coexistencia pacífica. Este nuevo concepto significaba básicamente que la URSS no solo negaba el recurso a las armas para extender la revolución comunista por el mundo, sino que rechazaba la idea de que la guerra con el capitalismo era inevitable. El bloque comunista, que en ese momento ya se veía lo suficientemente fuerte para disuadir al adversario de un posible ataque, concentraría en el futuro todas sus fuerzas en la competición pacífica con el Oeste.
La realidad de la política soviética no fue, sin embargo, tan pacífica. Como veremos, Moscú no dudó en tomar medidas, en algún caso arriesgadas, que pusieron en grave peligro la paz mundial.

La reacción norteamericana: la doctrina de las "represalias masivas"

La visión de Washington no se vio muy influenciada por la nueva política del Kremlin. En EE.UU. primaba una situación de inseguridad propiciada por el acceso de la URSS al arma atómica y sus ensayos con misiles intercontinentales. El lanzamiento del Sputnik en 1957, el primer satélite al espacio por parte de los soviéticos vino a reforzar ese sentimiento.
El candidato norteamericano Eisenhower había criticado duramente la política de "contención" de Truman y Foster Dulles, el que luego sería su Secretario de Estado, había propuesto durante la campaña electoral de 1952 el roll back, el hacer retroceder a los Soviéticos a sus posiciones de partida.
Tras el triunfo republicano, la nueva administración afirmó lo que se vino a denominar la doctrina de las "represalias masivas". Washington amenazaba a la URSS con el uso masivo del arma nuclear en el caso de que adoptara una política exterior muy agresiva.
Afortunadamente, como los hechos vinieron pronto a confirmar, la política exterior norteamericana fue mucho más moderada.

Algunos historiadores hablan de una política de "contención" reforzada para subrayar la continuidad que hubo ente la diplomacia de Truman y la de Eisenhower. En definitiva, se iniciaba un nuevo período en el que las palabras una vez más no correspondían exactamente con los hechos. Ni la política exterior soviética fue tan pacífica, ni la norteamericana fue tan belicosa.

 

El deshielo 1953-1956

Más allá de las formulaciones de la política exterior de las grandes potencias, la muerte de Stalin abrió un período en el que aparecieron signos de distensión entre Moscú y Washington: la firma del Armisticio en Panmunjong en 1953,que
ponía fin a la guerra de Corea, los acuerdos de Ginebra que ponían fin a la guerra de Indochina en 1954, la reconciliación entre la URSS y Yugoslavia que culminó con la visita de Kruschev  a Tito en 1955 o la firma del Tratado de Paz con Austria en 1955, que significó la evacuación de las tropas de ocupación y su neutralización.
Estos signos de distensión no impidieron que las superpotencias afirmaran, de forma brutal si era necesario, su hegemonía en sus respectivas áreas de influencia. La brutal represión de las protestas obreras en Berlín y Alemania oriental en 1953 por parte del ejército soviético de ocupación o las intervenciones de la CIA para derrocar por la fuerza los gobiernos progresistas de Mossadegh en Irán en 1953 o Arbenz en Guatemala en 1954, muestran bien a las claras la complejidad de la nueva fase de las relaciones internacionales.
No debemos de olvidar tampoco que en 1954 la República Federal de Alemania se rearmaba en ingresaba en la OTAN y que, como contestación, la URSS y las "democracias populares" fundaban en 1955 el Pacto de Varsovia.

Europa: las fisuras del bloque oriental

La muerte de Stalin trajo signos de distensión en el interior del bloque dirigido desde Moscú. La evolución no fue evidente: en julio de 1953 los carros de combate soviéticos reprimieron duramente las protestas obreras en Berlín. Pese a todo, la reconciliación del Kremlin con Yugoslavia de Tito o la evacuación soviética de Austria mostraban un cambio de talante.
Este nuevo talante no hacía, sin embargo, presagiar lo que se vio en el XX Congreso del PCUS, celebrado en febrero de 1956. Ante los atónitos delegados comunistas, Kruschev denunciaba los crímenes de Stalin y el "culto a la personalidad" que había caracterizada hasta ese momento a la dictadura soviética. La nueva política exterior de coexistencia pacífica, implicaba también la aceptación en el terreno teórico de la existencia de diversos caminos para la construcción de un sistema socialista.
Gomulka
Esta relativa apertura tuvo su primer reflejo en Polonia. Impulsado por las manifestaciones obreras, Gomulka, un comunista que había sido purgado por Stalin en 1948 retornaba al poder.  Su manifiestamente reiterada fidelidad a la URSS y a las bases del sistema comunista de las "democracias populares" permitió que Moscú aceptara el nuevo giro en la política polaca.



La tragedia de Hungría (1956)


La situación fue bien distinta en Hungría, donde se constató trágicamente las limitaciones de la nueva política de Kruschev.
La resistencia de los dirigentes más stalinistas hizo que las protestas populares degeneraran en una verdadera insurrección popular el 24 de octubre de 1956. Un comunista abierto y liberal, Imre Nagy, accedió al poder y se puso al frente de la revolución húngara. Enfrentado a un levantamiento que se extendía por el país, Nagy decidió encabezarlo y dio dos pasos decisivos: la aceptación de la libertad de asociación política, lo que destruía el monopolio comunista del poder, y, lo que fue mucho más grave, la proclamación de la neutralidad de Hungría y su abandono del recién creado Pacto de Varsovia.

La respuesta del Kremlin fue inmediata: las tropas soviéticas ahogaron en sangre tras duros combates la revolución húngara de 1956. La dirección soviética había puesto claramente los límites a los que podía llegar el proceso de desestalinización.






La construcción del Muro de Berlín (1961)

De 1951 a 1958 la República Democrática Alemana había sufrido una verdadera hemorragia demográfica: más de dos millones de alemanes orientales había huido hacia la República Federal. Las diferencias de nivel de vida y de libertades provocaban este éxodo de población.
La segunda crisis de Berlín se inició en 1958.  Para detener la salida de población, Kruschev lanzó un ultimátum a las potencias occidentales: les daba seis meses para aceptar que Berlín-Oeste se convirtiera en una ciudad libre, fuera de su control; en caso de negativa, Moscú daría a la RDA plena soberanía sobre el Berlín-Este y los accesos a la ciudad.

Tras momentos de fuerte tensión, la amenaza no se llegó a materializar. Hubo que esperar tres años para que  el 13 de agosto de 1961, ante los ojos atónitos de los berlineses se iniciara la construcción de un muro infranqueable que rodearía todo el Berlín occidental. Se ponía así fin al éxodo de alemanes orientales. Lo que se denominó en Occidente, el "muro de la vergüenza" se convirtió en el gran símbolo de la guerra fría.
Paradójicamente, el muro del Berlín sirvió para estabilizar la situación en la RDA, calmando las inquietudes soviéticas y suprimiendo uno de los mayores focos de tensión de la guerra fría.

 

La ruptura chino-soviética

El triunfo en 1949 de la revolución comunista en China y el establecimiento de la República Popular dirigida por Mao Zedong supuso un giro espectacular en la recién nacida guerra fría. El paso al bloque comunista del país más poblado del mundo parecía anunciar una gran victoria para la URSS. En 1950 la firma del Tratado chino-soviético de amistad, alianza y mutua asistencia despertó gran ansiedad y preocupación en EE.UU. y el bloque occidental.

Sin embargo, bajo una fachada de amistad se desarrollaba una áspera pugna basada en viejas rivalidades nacionales y basada en la búsqueda del liderazgo del mundo comunista. Cuando en 1958 Mao Zedong lanzó su programa de reformas conocido como el Gran Salto Adelante, China estaba lanzando un desafío al liderazgo soviético en el bloque comunista. La catástrofe que trajo este programa, se habla de treinta millones de muertos por hambre en China, no impidió que Mao Zedong mantuviera una posición desafiante en el escenario internacional, una posición que chocaba con la nueva política de Kruschev: desestalinización y coexistencia pacífica.
El distanciamiento y las críticas chinas contra el "revisionismo" del Kremlin terminaron por afectar a las relaciones entre los dos colosos comunistas. En 1959  la URSS denunció el Tratado militar secreto que unía a ambos países y en 1960 retiró a sus consejeros y técnicos de China.
En 1962, Moscú apoya a la India en su conflicto fronterizo con China a propósito del Tibet y Pekín denuncia tras la crisis de los misiles en Cuba la actitud "capitulacionista" de la dirección soviética ante el imperialismo americano.

El "frío" y el "calor" 1959-1962

El equilibrio del terror, la certeza de la mutua destrucción en caso de una "guerra caliente" entre las superpotencias, se hizo más evidente a partir del lanzamiento del primer satélite artificial por parte soviética: el Sputnik  y la inicial superioridad de Moscú en la "carrera espacial" mostró a Washington la capacidad del enemigo para atacarle en su propio territorio.

Robert McNamara, secretario de Defensa del nuevo presidente norteamericano John F. Kennedy, planteó la necesidad de modificar la estrategia de "represalias masivas" por otra de "respuesta flexible" que impidiera una catástrofe nuclear mundial provocada por un accidente menor.
Tras el período de "deshielo", las relaciones internacionales entraron en un período contradictorio en el que los primeros balbuceos de la distensión se alteraron con momentos de gran tensión.

Kennedy y Kruschev
  • En 1959 Kruschev viaja a Estados Unidos y se encuentra con Eisenhower. Es el primer viaje de un líder soviético a Norteamérica y se abre un espejismo de distensión.
  • En 1960 un avión espía norteamericano U2 es sorprendido y abatido sobre territorio soviético. En octubre de ese mismo año, el mismo Kruschev que había repartido sonrisas un año antes, viaja a Nueva York y no duda en protestar contra EE.UU. golpeando con su zapato en la mesa en la Asamblea General de la ONU.
  • La llegada a la presidencia de Kennedy parece suavizar de nuevo la situación. El encuentro Kennedy-Kruschev en 1961 en Viena parece anunciar un nuevo período de distensión.
  • La crisis de los misiles de Cuba en 1962 llevó a las superpotencias al momento en que más cerca se estuvo a lo largo de la guerra fría del enfrentamiento directo entre ambas.

Las crisis periféricas

El nuevo marco de coexistencia pacífica no significó ni mucho menos el fin del enfrentamiento entre los EE.UU. y la URSS en el Tercer Mundo. El período de la coexistencia pacífica se abre con la segunda guerra del largo conflicto del Oriente Medio y concluye con una crisis en el Caribe que a punto estuvo de llevar a la "guerra caliente" a soviéticos y norteamericanos.

Oriente Medio: La crisis de Suez (1956)
En 1954, Gamal Abdel Nasser llega al poder en Egipto dando un giro espectacular a la política exterior del principal país árabe. Apoya la FLN argelino, propone una política de unidad árabe contra Israel y, tras participar en la Conferencia de Bandung se une al Movimiento de los Países No Alineados, jugando a la equidistancia entre el Este y el Oeste. La reacción norteamericana fue inmediata poniendo fin a las negociaciones que debían financiar la gran obra de la presa de Assuan en el Nilo.

La respuesta de Nasser no se hizo esperar: el 26 de julio de 1956 anunció la nacionalización del canal de Suez. Francia y Gran Bretaña, principales accionistas y beneficiarias del uso del canal deciden intervenir militarmente. Israel, inquieta ante las amenazas de Nasser decide ayudar en la intervención.
El 29 de octubre, Israel ataca la península del Sinaí que ocupa en pocos días. El 31 de octubre tropas franco-británicas inician los ataques que culminan con el control por parte de grupos de paracaidistas de Port-Said y el desembarco de tropas.


Esta acción de las dos antiguas potencias coloniales se encontró con la reacción inmediata de las dos superpotencias. El 5 de noviembre, la URSS amenaza a los agresores con represalias atómicas. Los EE.UU., que temen que el mundo árabe y todo el Tercer Mundo bascule hacia el bloque soviético, presionan a París y Londres para que cesen en su intervención.
Las dudas del premier británico, Anthony Eden, se disipan cuando los norteamericanos ponen masivamente en venta libras esterlinas. La caída de la divisa británica hizo que Londres convenciera a París para acabar con la intervención. Tras la retirada franco-británica e israelí, la crisis de Suez trajo importantes consecuencias:
  • El Reino Unido y Francia toman finalmente conciencia de que han dejado de ser grandes potencias. Es más, Washington y Moscú no han dudado en dejárselo claro a las dos antiguas potencias coloniales.
  • Nasser se convierte en el gran vencedor. Consigue transformar una derrota militar en una victoria política. La nacionalización del canal se mantiene y el prestigio del líder egipcio aumenta de forma espectacular.
  • La URSS consigue iniciar su influencia en el conflicto del Oriente Medio. En adelante, su apoyo a los países árabes contrastará con la cerrada alianza que EE.UU. mantendrá con Israel.
  • El Tercer Mundo consigue su primera victoria. Norteamericanos y soviéticos son conscientes de que en adelante deben de contar con la influencia de esos jóvenes Estados.
La crisis de los misiles de Cuba (1962)

La toma del poder por Fidel Castro en 1959, tras derrocar la dictadura pro-americana de Batista, va a desencadenar una dura reacción en Washington. Una de las primeras acciones de Kennedy en la presidencia fue el fallido intento de invasión de Bahía de Cochinos o Playa Girón.

Una revolución que, en principio no era comunista, acabo alineándose con el bloque comunista. La agresividad norteamericana hace que el dictador cubano pida a la URSS el despliegue de misiles nucleares en su territorio.
Cuando los aviones espías norteamericanos detectaron las rampas de misiles, Kennedy reaccionó decretando el bloqueo de la isla y anunciando el 22 de octubre que la Armada norteamericana impediría el paso a cualquier nave soviética que se encaminara a la isla. El mundo guardó la respiración ante la posibilidad de un incidente que llevara a la fatal escalada nuclear.
Finalmente, tras negociaciones y encuentros en los que participó activamente el ministro de asuntos exteriores Gromiko, el 29 de octubre Kruschev cedió y dio orden de dar media vuelta a sus barcos. La URSS acordó retirar los misiles de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de misiles similares que EE.UU. tenía desplegados en Turquía.


Tras estar "al borde del abismo", Kennedy  y  Kruschev deciden iniciar una nueva política de distensión de forma más sistemática y duradera. Se abría así un nuevo período en la larga historia de la guerra fría.


La Distensión 1962-1975

La distensión entre las superpotencias

¿Cuáles fueron las razones que llevaron a EE.UU. y la URSS a adentrarse en un período de relativa distensión en sus relaciones? Esencialmente podemos señalar tres motivos:
  • La crisis de los misiles en Cuba en 1962 hizo tomar conciencia a las superpotencias del peligro mortal  de la posesión y multiplicación de su arsenal nuclear.
  • Las dos superpotencias consideraron por diferentes motivos que una relajación de las tensiones favorecía a sus objetivos a largo plazo. Podemos hablar en ese sentido de la distensión como un medio para obtener los fines a largo plazo de cada superpotencia.
  • Ambas potencias atravesaron un período de contestación en sus respectivos bloques. La URSS, debilitada por el conflicto chino-soviético, tuvo que hacer frente entre otros conflictos a la Primavera de Praga en Checoslovaquia. EE.UU. vio como la Unión Europea se consolidaba como una potencia económica y como en el seno de la OTAN surgió la disidencia concretada en la Francia de De Gaulle.

    Los acuerdos Este-Oeste

El teléfono rojo

Uno de los elementos más célebres de la nueva situación fue el establecimiento de lo que se vino a denominar el "teléfono rojo" entre la Casa Blanca y el
Kremlin en septiembre de 1963. Era una consecuencia de la crisis de los misiles en Cuba y de la necesidad de establecer una comunicación directa entre Washington y Moscú que pudiera frenar una crisis antes de que se produjera una escalada en la tensión.




La paridad nuclear

Esta nueva relación no supuso en absoluto el fin de la carrera armamentística. EE.UU. había quedado conmocionado a fines de los cincuenta por el liderazgo soviético en la "carrera del espacio": el lanzamiento del Sputnik fue un verdadero aldabonazo en la conciencia de seguridad norteamericana. Nada más llegar al poder, Kennedy lanzó el programa "Apollo" para recuperar el retraso acumulado en el terreno de los ingenios balísticos ("Missile gap").

Los norteamericanos pronto sobrepasaron a la URSS en ese terreno, en 1963 había 500 misiles intercontinentales norteamericanos por 100 soviéticos, y consiguieron poner al primer hombre en la luna en 1969. Sin embargo, la guerra de Vietnam hizo que los EE.UU. consagraran su gasto militar en otra dirección lo que permitió que la URSS recuperara el terreno perdido. En 1971 se había establecido la paridad nuclear.


Los acuerdos de control armamentístico

Los sucesores de Kennedy y Kruschev continuarán la política de distensión. Tras el asesinato de Kennedy en 1963, el demócrata Lyndon B. Johnson y el republicano Richard Nixon, elegido en 1968. dirigirán la política norteamericana; en la URSS, tras la destitución de Kruschev en 1964, motivada parcialmente por sus fracasos en política exterior, Leonid Breznev dirigirá la potencia soviética.
En 1968, EE.UU., la URSS y el Reino Unido firmaron el Tratado de no proliferación de armas atómicas, tratado al que no se unieron las otras dos potencias nucleares: China y Francia.
Lo que aún fue más importante, en 1969 se iniciaron negociaciones sobre limitación de armas stratégicas (SALT - Strategic Arms Limitation Talks), que finalmente llevaron a la firma en Moscú del Acuerdo SALT I. Este tratado ponía límite a la construcción de armamentos estratégicos, y fijaba un número para los misiles intercontinentales (ICBM) y los lanzadores de misiles instalados en submarinos (SLBM) que poseían la URSS y los EEUU.

También prácticamente prohibía el establecimiento de sistemas de defensa antimisiles. Era el mayor ejemplo, llevado al absurdo, del "equilibrio del terror": la única forma de mantener la paz era que ninguna de las superpotencias se sintiera segura. La "mutua destrucción asegurada" era la única forma de impedir el conflicto.


El desarrollo del comercio entre los bloques

Este desarrollo comercial partió de la situación de debilidad soviética. La URSS necesitaba importar tecnología occidental y, a la vez, necesitaba comprar cereales norteamericanos para garantizar la alimentación de su población. La crisis de la agricultura soviética era de tal calibre que ¡necesitaba del grano de su enemigo para que su población no pasara hambre! Por supuesto, estas exportaciones cayeron como del cielo a unos agricultores norteamericanos que tenían creciente dificultades para vender sus productos en el mercado mundial.

Un mundo multipolar

Los nuevos polos en el Oeste

La situación de hegemonía abrumadora norteamericana surgida de la segunda guerra mundial, comenzó a ser modificada por el surgimiento en el bloque occidental de dos nuevos polos de poder económico:
  • Japón de derrotado en la guerra pasó a convertirse en la segunda potencia económica mundial. Los productos "Made in Japan" pronto comenzaron a inundar los mercados norteamericano y europeo.

    Tratado de Roma
  • La Comunidad Económica Europea, nacida por el Tratado de Roma en 1957, fue un gran éxito económico de tal nivel que el Reino Unido, que se había negado a adherirse en su nacimiento, solicitó su ingreso en 1961.
Esta diversificación del poder económico no se concretó, sin embargo, en un desafío político. Este, aunque muy matizado por la desproporción de fuerzas, vendrá de la Francia de De Gaulle. El general francés tras volver al poder en el marco de la crisis provocada por la guerra de Argelia se lanzó a una política nacionalista y de grandeza nacional, Francia accedió a la bomba atómica en 1960,  frente al aliado norteamericano.
  • Se negó a admitir la entrada del Reino Unido en la C.E.E. por dos veces, en 1963 y 1967. Para el general francés, el Reino Unido, con su "special relationship" con Washington, significaba un verdadero "caballo de Troya" norteamericano que hubiera desnaturalizado un proyecto europeo independiente.
  • A la vez, De Gaulle se negó a ceder ni un ápice de soberanía nacional en favor del proyecto europeo lo que provocó una seria crisis, la denominada "crisis de la silla vacía" en 1965-66 en la C.E.E.
  • Finalmente, en marzo de 1966 Francia se retiró del mando integrado de la OTAN y De Gaulle pronunció un discurso en Phnom Penh en agosto de ese año condenando la intervención norteamericana en Indochina.
La República Federal de Alemania también inició una cierta autonomía diplomática, aunque en este caso su fidelidad a la alianza norteamericana y a la OTAN nunca se puso en cuestión. Willy Brandt, líder de la socialdemocracia alemana, accedió a la cancillería de Bonn en 1969 e inició una política de apertura hacia el este, conocida como la Ostpolitik.


La nueva actitud de la RFA de aceptación de las fronteras surgidas de la segunda guerra mundial llevó a la firma de tratados con la URSS, Polonia y Checoslovaquia.
En ese contexto de acercamiento, el 1971 el estatuto de Berlín fue acordado por las cuatro potencias ocupantes y las dos Alemanias, la RFA y la RDA, se reconocieron mutuamente en 1972, ingresando al año siguiente en la ONU.


Las fuerzas centrífugas en el Este
La ruptura chino-soviética se consolidó y agudizó trascendiendo del ámbito ideológico y llegando al territorial. En 1969 tuvieron lugar violentos combates en el río Ussuri en la frontera común entre ambos países. Esta ruptura se verá acompañada por el acercamiento chino-norteamericano que culminará con la visita de Nixon a Pekín en febrero de 1972.
En Europa oriental asistimos a diversos movimientos que tratan de huir de la ortodoxia impuesta por Moscú:
  • Janos Kadar, dirigente húngaro impuesto tras la invasión soviética de 1956, si bien se mantiene fiel en el terreno diplomático a la URSS y al Pacto de Varsovia, ensaya en el terreno económico reformas liberales que alejaron a su país del modelo ortodoxo soviético y permitieron un relativo bienestar de la población.
  • El papel de país agrícola reservado a Rumanía en el COMECON precipitó la disidencia de este país frente a las directrices del Kremlin. El dictador rumano Nicolae Ceaucescu emprendió una política de independencia respecto a Moscú que culminó con su negativa a participar en la invasión de Checoslovaquia en 1968.
  • En 1970, las protestas obreras precipitaron la dimisión de Gomulka, quien fue sustituido por Gierek.
No obstante, el gran desafío a la dominación soviética vino desde Checoslovaquia. El líder comunista Alexander Dubcek emprendió un amplio programa de reformas que liberalizaran el régimen e instauraran lo que el denominó el "socialismo de rostro humano". Se inició así en 1968 un corto
período de libertades e ilusión conocido como la Primavera de Praga.

La reacción soviética no se hizo esperar: el 21 de agosto tropas del Pacto de Varsovia, con la ausencia de Rumanía, invadieron Checoslovaquia y pusieron fin al experimento normalizador.

 El líder soviético proclamó la Doctrina Breznev que consagraba el dominio soviético sobre las "democracias populares".


Las relaciones Norte-Sur

Junto a las relaciones Este-Oeste que caracterizaron la guerra fría, en los años sesenta surge claramente la conciencia de la existencia de unas relaciones Norte-Sur: relaciones entre el Norte desarrollado y el Sur o Tercer Mundo.
El Sur había iniciado su afirmación política en la Conferencia de Bandung y con el movimiento de los países no alineados. Pronto estas relaciones contradictorias tuvieron su reflejo en el terreno económico.

En 1960 nacía la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que buscará imponer un alza de los precios del "oro negro".  En 1964 se reunió en Ginebra la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo. Su falta de resultados llevó a que en 1973 en la Conferencia de Argel, las naciones agrupadas en el movimiento de los países no alineados proclamaran que los países pobres, más que confiar en la ayuda de los países desarrollados, debían de tratar de aumentar su propia capacidad para organizarse y conseguir imponer unas nuevas reglas del juego económico a nivel mundial.

Conflictos en la era de la distensión

La distensión no puso fin a la competición entre los dos bloques enfrentados. Esta competencia se concretó en dos grandes conflictos armados que han marcado la segunda mitad del siglo XX: el conflicto del Próximo Oriente, que aún en los inicios del siglo XXI sigue siendo uno de los mayores focos de tensión en el mundo, y el conflicto de en la península de Indochina que tuvo su mayor exponente en la guerra de Vietnam, la gran derrota americana durante la guerra fría.

Las guerras árabe-israelíes

Las guerras que enfrentaron a árabes e israelíes en 1967 y 1973 ilustran bien las reglas de la distensión: los dos grandes se enfrentan mediante pequeños estados interpuestos pero controlan perfectamente su competencia sin poner en riesgo la paz general entre las superpotencias.

Tras la crisis de Suez en 1956, el Egipto de Nasser y con él los países árabes refuerza sus lazos con la URSS, mientras que Israel se convierte en el aliado estratégico de EE.UU. en la región.
Envalentonado por el éxito diplomático de 1956 y el apoyo militar soviético, Nasser multiplica sus acciones amenazadoras contra Israel, entre ellas destaca el bloqueo del golfo de Akba para todo navío que se dirigiera al puerto israelí de Eilath.
La respuesta militar israelí fue fulgurante. el 5 de junio de 1967 desencadena la Guerra de los Seis Días. En ese corto tiempo, los israelíes ocupan los Altos del Golán en Siria, la península del Sinaí en Egipto, la banda de Gaza, Cisjordania y la ciudad vieja de Jerusalén. La aplastante derrota árabe trajo consigo importantes cambios en la escena internacional y estratégica:
  • Israel pasa de país asediado a potencia ocupante. Se niega a devolver los territorios ocupados y, mediante una dura política de represión, trata de expulsar al mayor número posible de palestinos hacia los países vecinos. Proclama  unilateralmente la reunificación de Jerusalén, anexionándose el Jerusalén árabe.
  • Paradójicamente, los palestinos ganan en autonomía política frente a los estados árabes de la región. La OLP, creada en 1964, se convierte bajo la dirección de Yasser Arafat en la organización representante del pueblo palestino bajo la ocupación israelí o hacinado en los campos de refugiados de los países vecinos. Fracasado el sueño de Nasser de victoria militar convencional sobre Israel y de unidad de la nación árabe, Arafat trata de animar a sus compatriotas a la lucha armada contra Israel.

La diáspora palestina y el enfrentamiento de esta con Israel van a desequilibrar a los países vecinos:
  • Desde Jordania, la guerrilla de Al Fatah ("La Conquista"), organización dirigida por Arafat y mayoritaria en la OLP, emprendió ataques contra Israel. Las represalias hebreas y el creciente poderío de las organizaciones palestinas llegaron a poner en cuestión el equilibrio interno del reino jordano. El rey Hussein de Jordania no va a dudar en enfrentarse a los palestinos y en septiembre de 1970 expulsa brutalmente a gran parte de los refugiados y a las guerrillas de la OLP que huyen hacia el Líbano. Es lo que los palestinos denominan el "Septiembre Negro".
  • Desde sus bases en el Líbano Arafat  y la OLP continúan sus ataques contra Israel y consiguen ser reconocidos como "únicos representantes del pueblo palestinos", primero en 1973 por el movimiento de los países no alineados en su Conferencia de Argel y al año siguiente por la ONU a cuya Asamblea General se dirige Arafat  en 1974. Sin embargo, la llegada masiva de palestinos rompió los delicados equilibrios de una sociedad tan compleja como la libanesa y en 1975 se inició una brutal guerra civil.
Anuar el-Sadat, el nuevo líder egipcio que había sucedido a Nasser en 1970, ante la negativa israelí a cualquier concesión en lo referente a los territorios ocupados, comenzó a preparar junto a Siria una nueva guerra que permitiera a ambos países árabes recuperar lo perdido en la Guerra de los Seis Días. Así el 6 de octubre de 1973, tropas egipcias y sirias atacaron por sorpresa a Israel. Se iniciaba la Guerra  del Yom Kippur o del Ramadán, según se utilice la festividad religiosa judía o el mes santo musulmán en el que comenzó el conflicto.
El factor sorpresa permitió importantes avances árabes: los egipcios cruzaron el Canal de Suez y los Altos del Golán volvieron a manos sirios. Sin embargo, diez días más tarde los israelíes contraatacaron recuperando el terreno perdido. Las dos superpotencias que habían armado masivamente a sus respectivos aliados, buscaron una solución al conflicto que no engendrara mayor inestabilidad en la zona. Kissinger viajó a Moscú donde se acordó las bases de una resolución de la ONU pidiendo el alto el fuego a los contendientes. El 25 de octubre de 1973 cesaron las hostilidades.

Ariel Sharon y Moshe Dayan

La Guerra árabe-israelí de 1973 tuvo enormes consecuencias. No solo abrió una nueva fase en el conflicto del Oriente Medio que vendrá a concretarse en 1979 con la firma de los Acuerdos de Camp David, sino que tuvo una enorme repercusión en la economía mundial: la crisis del petróleo que marcará el fin de una larga etapa de expansión del sistema capitalista en los países desarrollados.

La guerra de Vietnam

La guerra de Indochina concluyó con los Acuerdos de Ginebra de 1954 que preveían que, tras la retirada francesa, el Vietnam del Norte comunista dirigido por Ho Chi Minh y Vietnam del Sur, bajo una dictadura pro-occidental dirigida por Dinh Diem, debían reunificarse mediante elecciones libres. La negativa del régimen del sur, apoyada por EE.UU., se apoyó en la certeza de la victoria comunista.
En 1956 se creó en el sur el Frente Nacional de Liberación (el Vietcong), organización guerrillera que con el apoyo de Vietnam del Norte inició las hostilidades contra el gobierno de Saigón.

Vietcong
El presidente Kennedy decidé la intervención militar norteamericana en favor de Vietnam del Sur: entre 1961 y 1963, 17.000 "consejeros militares" son enviados a Indochina. En 1964, su sucesor Johnson se lanza a la intervención abierta: un cuerpo expedicionario que en 1967 alcanzó la cifra de 500.000 soldados practica una guerra en la que no se duda en utilizar armas químicas ("agente naranja") y en la que se lleva a cabo brutales y masivos bombardeos sobre Vietnam del Norte y las posiciones del Vietcong.
La gran superpotencia, sin embargo, no pudo derrotar a un contrincante armado por la URSS. Las grandes protestas de la juventud norteamericana y los éxitos militares del Vietcong (ofensiva del Tet en 1968) hicieron que en 1969 el nuevo presidente norteamericano, Richard Nixon, decidiera reducir rápidamente la implicación norteamericana en el conflicto. A la vez que los efectivos estadounidenses se reducían drásticamente, de 500.000 pasaron a 50.000, se organizaba un gran ejército survietnamita que con más de 1.800.000 hombres no dudó en extender el conflicto a Camboya y Laos.

Todos los esfuerzos norteamericanos fueron baldíos. La gran ofensiva norvietnamita de 1972 y el fracaso de los bombardeos en respuesta llevó a la firma de la paz en París, el 23 de enero de 1973. Los EE.UU. se retiraron de Vietnam. La retirada de sus tropas trajo el inmediato derrumbamiento del régimen de Vietnam del Sur . La ofensiva final comunista llegó en la primavera de 1975. El 17 de abril, Phnom Penh caía en manos de los Khmers Rojos y el 30 los norvietnamitas y el Vietcong  tomaban Saigón y Vietnam se reunificaba bajo un sistema comunista. La guerra había terminado.

GUERRA VIETNAM · vietnam-napalm
Se había producido la primera derrota militar de la historia de EE.UU. En adelante, Washington, siguiendo la posición marcada por Henry Kissinger, principal figura de la diplomacia estadounidense durante la presidencia de Nixon, huirán de la implicación directa con tropas en los diversos conflictos armados que siguieron surgiendo por doquier.
Aprovechando las disensiones internas del bloque comunista, la administración de Nixon reforzó su posición mediante un acercamiento espectacular a la China de Mao. Con la aquiescencia americana la China Popular ingresa en la ONU como miembro del Consejo de Seguridad, y tras una larga labor negociadora de Kissinger, el presidente Nixon visitó China en febrero de 1972.


América Latina: el caso chileno

Durante muchos años las relaciones entre los países de América Latina y EE.UU. han estado marcadas por la preocupación común de Washington y las oligarquías de cada país de oponerse a cualquier amenaza revolucionaria.
En el contexto de la guerra fria, las administraciones norteamericanas no han dudado en apoyar dictaduras militares conservadoras y fuertemente represivas. Para los políticos de Washington, los movimientos reformistas o revolucionarios en el continente americano no sólo eran una respuesta a las fuertes desigualdades sociales sino que también eran acciones desestabilizadoras orquestadas desde Moscú o La Habana con el objetivo de establecer regímenes aliados al bloque soviético. La amplitud de los intereses económicos norteamericanos en la región y su proximidad geográfica reforzaban esta actitud.
El mejor ejemplo de este fenómeno lo constituye Chile. En 1970 ganó las elecciones la Unidad Popular, una coalición de izquierdas dirigida por el socialista Salvador Allende. Con un un programa no muy radical, Allende se encontrará desde un principio atrapado entre sus aliados más revolucionarios (el izquierdista MIR, la facción más radical del Partido Socialista) y la reacción de unas clases medias y altas inquietas ante la posibilidad de una evolución "a la cubana".
Salvador Allende en La Moneda en 1973.
El Departamento de Estado norteamericano mediante la intercesión de la CIA no dudó en apoyar la subversión antidemocrática: desde subvencionar la huelga de camioneros contra el gobierno en 1972 hasta, finalmente, apoyar el golpe de estado que finalmente protagonizará Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973.
La represión posterior fue brutal. El senador norteamericano Edward Kennedy, utilizando datos confidenciales del Departamento de Estado, calculó entre 20.000 y 30.000 muertos la factura de la represión militar.
Chile no fue un caso aislado. Las dictaduras militares apoyadas por EE.UU. serán la norma en los setenta. Otro caso especialmente feroz fue el de la Junta militar establecida en Argentina en 1976 dirigida por el general Videla.

Período 1975-1985

El fin de la distensión

No hay acuerdo entre los historiadores en señalar un único factor como el detonante que provocó el fin de la época de distensión y el inicio de un nuevo período de recrudecimiento de la guerra fría.
Aunque el año 1975 es a menudo señalado como el inicio de este nuevo período de tensión, paradójicamente ese año tuvo lugar uno de los símbolos de la distensión la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa celebrada en Helsinki. El Acta de Helsinki significó el reconocimiento de fronteras, el estrechamiento de la cooperación económica y vagos compromisos de respeto de los derechos humanos.
Sin embargo, la desconfianza creada tras la Guerra del Yom Kippur en 1973, la crisis económica internacional de ese mismo año, el escándalo Watergate en 1974 o la derrota norteamericana en Vietnam en 1975 crearon una dinámica favorable a una nueva expansión soviética que inmediatamente agudizó la tensión internacional.

Los avances soviéticos

El último período en la dirección soviética de un anciano Leonid Breznev  va a ser testigo de una engañosa expansión soviética.
  • En el Extremo Oriente, las victorias de los comunistas vietnamitas en 1975, unificando Vietnam bajo un gobierno comunista, y en 1978, conquistando la Kampuchea (Camboya) de los Khmers rojos hicieron que la URSS y su aliado Vietnam fueran los únicos beneficiarios de la nueva situación en Indochina. Por un lado, los EE.UU. perdieron todas su influencia en la región, mientras que, por otro lado, el gobierno chino perdía el  gobierno aliado de Pol Pot en Camboya.
  • En América Central, la revolución sandinista derrocaba al dictador pro-norteamericano Somoza en 1979. Se establecía así en Nicaragua, en una región que EE.UU. siempre había considerado de su completa influencia, un régimen revolucionario que contaba con el apoyo de Moscú y La Habana.
  • En África fue donde tuvo lugar una más rápida expansión soviética. En 1974, en Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, se produce una revolución que derroca la monarquía y que llevará a su líder Mengitsu a instalar en 1977 un régimen que se proclama marxista y aliado de la URSS. Tras la "revolución de los claveles" en Portugal, en 1975 sus antiguas colonias africanas acceden a la independencia. En el marco de guerras civiles se instauran en Angola y Mozambique, regímenes revolucionarios y favorables a los soviéticos. En la guerra angoleña, la Cuba de Fidel Castro envía tropas que lucharán contra las incursiones del ejército sudafricano que apoyaba al contendiente anticomunista.
  •  

El momento clave: la invasión soviética de Afganistán en 1979

Este pobre país, que durante el siglo XIX había sido terreno de disputa del imperialismo ruso y el inglés, volvió en los años setenta a convertirse en un territorio clave en las relaciones internacionales.
A partir del derrocamiento del rey Zaher Shah en 1973 se abrió un período de inestabilidad en el que finalmente se disputaron el poder diversas facciones comunistas enfrentadas a su vez con guerrillas islámicas. Moscú decide intervenir para imponer un gobierno que garantizase el orden y mantuviera al país en la esfera de influencia soviética: el 24 de diciembre de 1979 las tropas soviéticas invaden el país, se iniciaba la guerra de Afganistán.

La reacción occidental fue inmediata. Considerando que la anexión de Afganistán llevaba la influencia soviética más allá del territorio tradicional del Pacto de Varsovia, EE.UU. y sus aliados organizan inmediatamente la contraofensiva. La ONU y los Países No Alineados condenaron la invasión y la Casa Blanca, junto a otra serie de medidas destinadas a frenar el expansionismo del Kremlin, decidió ayudar a la guerrilla islámica que se enfrentaba a las tropas soviéticas.
La invasión soviética de Afganistán y la consiguiente reacción occidental desencadenó un nuevo período de tensión internacional tras la época de la distensión: una nueva guerra fría.

La respuesta americana al desafío soviético

Jimmy Carter (1976-1980)

Jimmy Carter (1976-1980) llevó a la Casa Blanca una nueva política internacional muy influida por cuestiones morales y humanitarias. Ese impulso recordaba al presidente Wilson, también miembro del partido demócrata. El elemento central de la nueva política exterior norteamericana debía ser la defensa de los derechos humanos. La cínica política mantenida en América Latina por tantos años en los que Washington no había dudado en apoyar a brutales dictaduras subyacía bajo esta nueva preocupación.
En un principio, Carter obtuvo importantes éxitos:

  •  Tras arduas negociaciones consiguió que el Senado aprobara en 1977 el acuerdo para retornar a Panamá, en el año 2000, la soberanía del Canal, lo que significó un gran cambio en la tradicional política norteamericana hacia América Latina.
  •  El año siguiente, 1978, contempló su mayor éxito diplomático: la firma de los Acuerdos de Camp David por parte de Menajem Begin, primer ministro de Israel, y Anuar el Sadat, presidente de Egipto. 
  • Sus éxitos culminaba en 1979 con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y la República Popular de China y la firma en junio de 1979 en una cumbre con Breznev  en Viena de los Acuerdos SALT II. Estos acuerdos de desarme fueron, sin embargo, severamente criticados por la opinión más conservadora norteamericana que consideraba que permitían a la URSS situarse en una posición de ventaja. Entre estos críticos destacaba un político de la derecha republicana, Ronald Reagan.
Todos los éxitos de la política internacional de Carter se vieron eclipsados por el triunfo de la revolución islámica en Irán en enero de 1979. El acceso de Jomeini y los clérigos chiítas al poder en Teherán marcaba la aparición de un fenómeno, el del islamismo, que en aquel momento nadie, ni la propia administración americana ni el Kremlin, fue capaz de valorar en su verdadera importancia. La humillación que sufrió el "Gran Satán", en palabras de Jomeini, con el asalto a la embajada norteamericana y el mantenimiento durante 444 días de los rehenes capturados supuso un durísimo golpe para el prestigio de Carter y, en gran medida, le costó su fracaso en las elecciones de 1980.
No obstante, en aquel momento la invasión soviética de Afganistán fue el acontecimiento  clave que precipitó un nueva fase en la política internacional y en la guerra fría.
La reacción de Carter fue inmediata. Congeló el debate en el Senado de los Acuerdos SALT II, anunció una drástica reducción de venta de grano y de productos de alta tecnología a la URSS, y, viendo en la invasión de Afganistán una amenaza en una región tan sensible como la del Golfo Pérsico anunció lo que se vino a denominar la Doctrina Carter: el compromiso norteamericano de usar la fuerza si fuera necesario para acceder a los recursos petrolíferos del Golfo Pérsico. El boicoteo de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1989, al que la URSS y sus aliados contestarían no acudiendo a los Juegos de Los Angeles en 1984 fue el triste resultado en el terreno deportivo de esta agudización de las tensiones entre los bloques.
Cuando Carter abandonó la Casa Blanca, derrotado por el republicano Ronald Reagan, las relaciones soviético-norteamericanas se hallaban en una situación de deterioro, desconocida desde hacía muchos años.


Ronald Reagan (1980-1988)

La postura del nuevo presidente Reagan (1980-1988) quedó definida en su célebre discurso pronunciado el  8 de junio de 1982 en la Cámara de los Comunes británica durante una visita a una Gran Bretaña dirigida por una política muy próxima a sus puntos de vista: Margaret Thatcher.  En ese discurso el presidente norteamericano calificó a la URSS lisa y llanamente de "Imperio del Mal".
Ronald Reagan representó la nueva voluntad americana de combatir a la URSS hasta doblegarla y ganar así la guerra fría. Inspirado en una ideología neoliberal fuertemente marcada, este antiguo enemigo de la distensión, va a tratar de devolver a EE.UU. la confianza en su poder, confianza bastante mermada desde Vietnam.
Sin reparar en el enorme déficit con el que tuvo que cargar la administración norteamericana, Reagan se lanzó al mayor rearme de la historia de su país desde la segunda guerra mundial. Este programa de rearme tuvo dos elementos clave: el mantenimiento de la "doble decisión" adoptada en 1979 por la OTAN desplegando los denominados "euromisiles" en Europa occidental a partir de 1983, y su propuesta, también en 1983, de la Iniciativa de Defensa Estratégica que de llevarse a cabo hubiera significado el fin del "equilibrio del terror" y la posibilidad para EE.UU. de ganar una guerra nuclear.
Junto a la política de rearme, la nueva administración lanzó lo que se vino en denominar Doctrina Reagan: los EE.UU. en adelante usarían todo tipo de medios, incluyendo la fuerza militar si fuera necesario, para socavar cualquier régimen pro-comunista en el Tercer Mundo.
Esta doctrina se aplicó principalmente en tres países:

  • La invasión de Granada, pequeña isla caribeña, donde existía un régimen izquierdista al que Washington acusó de ceder su territorio para ser utilizado por cubanos y soviéticos.
  • La ayuda a la guerrilla islámica que luchaba contra los soviéticos en Afganistán. Aquí los EE.UU. aplicaron una política que años después se volvería en su contra de forma espectacular. La ayuda militar masiva a la guerrilla islámica fortaleció las posturas más extremas del islamismo que posteriormente constituirán el mayor problema al que se enfrente EE.UU. y el mundo occidental. Un simple dato: Osama bin Laden luchó en la guerra de Afganistán en una guerrilla islámica armada y apoyada por Washington.
  • Tras derrocar en 1979 la corrupta dictadura de Somoza, los sandinistas buscaron el apoyo cubano y soviético, y no apoyaron a la guerrilla izquierdista en El Salvador. La respuesta de Reagan dio lugar a uno de los episodios más oscuros de la política norteamericana en la guerra fría. La administración norteamericana armó a un ejército guerrillero, conocido como los Contras,  formado en su mayor parte por antiguos soldados de la dictadura somozista que no dudó en utilizar todo tipo de medios para atacar al gobierno de Managua. La abierta oposición interna a estas tácticas llevó a que el Congreso norteamericano prohibiera el apoyo a los Contras, lo que desencadenó un importante escándalo político en Washington: el escándalo Irán-Contra. El gobierno de Washington vendió armas secretamente a uno de sus supuestos enemigos, Irán, y el dinero pagado se canalizó para, sin saberlo el Congreso, financiar a los Contras. Un período que se había iniciado en Washington con el idealismo de Carter, concluía con este máximo ejemplo de cinismo político.
La compleja política norteamericana frente a Irán nos muestra un nuevo elemento que debemos comentar para conseguir una mejor imagen de conjunto: la aparición de conflictos que iban más allá de la lógica de los bloques enfrentados.

Los nuevos conflictos

El final de la década de los setenta y los inicios de los ochenta forman un período clave en el que viejos y nuevos fenómenos internacionales interactuaron de forma compleja. En un contexto caracterizado por una crisis económica internacional aguda, la "crisis del petróleo" iniciada en 1973, y por el inicio de la crisis final del sistema soviético, el  Tercer Mundo va a ser escenario de la aparición de nuevos conflictos que van a trascender la lógica del enfrentamiento entre bloques, del conflicto entre EE.UU. y la URSS.

El polvorín del Oriente Medio y los movimientos islámicos


La paz entre Egipto e Israel (1979)

El presidente egipcio Anuar el Sadat  rompió en 1976 la alianza que Nasser había tejido con la URSS y, con el patrocinio norteamericano, firmó en 1978 con el líder israelí Menajem Begin los Acuerdos de Camp David que llevaron a la firma del tratado de paz entre Egipto e Israel en 1979.

De izquierda a derecha, Anwar el-Sadat, Jimy Carter y Menachem Begin, durante la firma de los acuerdos de Camp David el 17 de septiembre de 1978.

Esta paz por separado no trajo, sin embargo, la solución al conflicto. Los territorios palestinos continuaron bajo la ocupación israelí y Egipto fue condenado y aislado en el mundo árabe.  Sadat , considerado por muchos árabes como un traidor, murió asesinado en 1981 por un grupo integrista musulmán.


La guerra del Líbano (1975-1990)

El mosaico de pueblos y religiones que conforma el Líbano no pudo aislarse de la conflictividad de la región y durante más de quince años se enfrentó en una guerra civil cruenta entre las múltiples facciones contendientes: falangistas cristianos, milicias chiítas pro-iraníes, guerilleros palestinos de la OLP, milicias drusas...
Yasser Arafat
Miles de palestinos se habían asentado en el Líbano y desde él lanzaban incursiones contra el norte de Israel. La respuesta del gobierno de Tel Aviv fue la ocupación del sur del país en 1978, y el ataque y bombardeo de Beirut en 1982 hasta el abandono de la ciudad de los guerrilleros de la OLP y su líder Yasser Arafat.


La revolución islámica en Irán (1979)

La aparición del islamismo, movimiento de fronteras difusas y difícil definición que también se viene en denominar fundamentalismo o integrismo islámico, es, sin lugar a dudas, la gran novedad del paisaje político mundial en la fase final del siglo XX.
Aunque sus primeras manifestaciones aparecen en la primera mitad del siglo, el mejor ejemplo son los Hermanos Musulmanes en Egipto, es en el conflictivo marco del Oriente Medio donde el islamismo va alcanzar sus primeros éxitos.
Tras cinco meses de cruentas manifestaciones el régimen pro-occidental del Sha de Irán es depuesto por una revolución islámica. El ayatollah Jomeini, máxima autoridad del clero chiíta accede al poder político y establece una brutal dictadura en la que impone a la población iraní los principios más rigurosos del Islam. En el terreno internacional, el Irán islámico se enfrenta a la vez con las dos superpotencias: EE.UU. "El Gran Satán" y la URSS comunista y atea. Humilla a Carter con el asalto a la embajada de EE.UU. en Teherán y la retención por más de un año de una cincuentena de rehenes y no duda en enfrentarse a Breznev deteniendo y fusilando a militantes comunistas.


La guerra Irán-Irak (1980-1988)
No es de extrañar que las potencias occidentales y Moscú miraran hacia otro lado e incluso apoyarann con armas a Irak, cuando su dictador, Saddam Hussein, decidió atacar a su vecino Irán. La guerra Irán-Irak (1980-1988),

además de una de las más crueles del siglo XX, fue un buen ejemplo de los nuevos conflictos que sobrepasaban el marco estricto de la guerra fría y adelantaban las nuevas líneas de fractura que caracterizarán al mundo tras el fin del conflicto entre el bloque occidental y el soviético.

 

Los conflictos entre las potencias comunistas en Indochina

El abandono norteamericano de la península Indochina trajo un doble triunfo comunista en abril de 1975. Con pocos días de diferencia, las tropas de Vietnam del Norte ocupaban Saigón y establecían un régimen comunista, aliado de la la URSS, en todo el país; y las tropas de la guerrilla pro-china de los Khmers rojos, dirigida por Pol Pot , entraban en la capital de Camboya, Phnom Penh, y establecían una brutal dictadura.
Los conflictos entre estos dos países comunistas se multiplicaron en adelante. El conflicto chino-soviético se vino a concretar en la península indochina. Finalmente, las tropas vietnamitas con apoyo soviético conquistaron en 1978 la Kampuchea (Camboya) de los Khmers rojos. Posteriores enfrentamientos fronterizos entre China y Vietnam fueron la última fase de esta pugna entre las dos grandes potencias comunistas por la hegemonía en la península indochina.

El repliegue soviético

Por unos años el panorama internacional había mostrado de forma engañosa un avance de las posiciones soviéticas en el gran tablero de la guerra fría. Estos éxitos fueron efímeros y muy pronto el Kremlin comprendió que le era absolutamente necesario iniciar reformas que sólo podían triunfar en un marco internacional menos crispado. ¿Cuáles fueron los factores que llevaron al ascenso de Mijaíl Gorbachov a la secretaría general del PCUS y  al inicio del fin de la guerra fría?


Factores externos

La dureza de las posiciones de Reagan fueron sin lugar a dudas un elemento clave que llevó a la dirección soviética a reconsiderar la escalada ene el enfrentamiento con EE.UU. Por muy discutible que fuera su aplicación inmediata, la Iniciativa de Defensa Estratégica puso en el tapete la superioridad tecnológica y económica de EE.UU. y la debilidad soviética en esos dos terrenos clave de la pugna entre potencias.
La dirección soviética se enfrentó también a la decidida resolución del bloque occidental de hacer frente a su desafío en Europa. Pese a las grandes protestas que tuvieron lugar en muchas capitales de Europa occidental, los "euromisiles" fueron desplegados en 1983.


Factores internos
El desafío al Kremlin no solo vino de su gran adversario. En el seno del bloque soviético se inició en 1980 la primera de las grandes protestas que culminarán en 1989 con el derrumbe de las democracias populares.


En Polonia, el sindicato Solidaridad dirigido por Lech Walesa organizó una oleada de protestas que culminó con los Acuerdos de Gdansk, por los que, por primera vez en la historia de los países comunistas, el gobierno de Varsovia reconocía un sindicalismo independiente y libertad de expresión. Esta experiencia democratizador duró poco y, para evitar una intervención soviética, el general Jaruzelski declaró el estado de guerra y acabó con las reformas en 1982. Sin embargo, era evidente las crecientes dificultades de Moscú para controlar a sus estados satélite.
La situación era aún más complicada en la propia URSS. La economía tenía graves problemas estructurales. No sólo dependía de las importaciones de grano norteamericano para alimentar a su población, sino que se hallaba muy rezagada en diversos aspectos tecnológicos clave con respecto a la economía occidental. El estancamiento económico y el progresivo deterioro del nivel de vida de la población soviética hacían evidente la imposibilidad de aceptar el desafío militar norteamericano y extendían el desaliento y la desmoralización entre la población.
A esta crisis social y económica se le vino a unir una grave crisis política. En un sistema en el que poder desde tiempos de Stalin se había concentrado en el Politburó del Comité Central del PCUS y, especialmente, en la figura del Secretario General del partido, la muerte de Breznev a los 76 años en 1982 puso en evidencia el anquilosamiento del sistema político soviético. El poder se hallaba en manos de una verdadera gerontocracia: a Breznev le sucedió Yuri Andropov, de 68 años, que murió dos años después en 1984. A Andropov le vino a sustituir Chernenko, un anciano que murió un año después en 1985.