El conflicto árabe-israelí.
I. Las guerras árabe-israelíes:
de 1948 a 1973.
1. La
creación del Estado de Israel y la primera guerra árabe-israelí
(1948-1949)
a) La creación del Estado de Israel.
Un nuevo e importante factor de
inestabilidad en la región fue el final del mandato británico en Palestina y la
fundación del Estado de Israel, cumpliéndose así las aspiraciones del
nacionalismo sionista desarrollado desde la segunda mitad del siglo XIX e
incrementado desde las promesas contenidas en la Declaración Balfour de
1917. Entre 1946 y 1947 Gran Bretaña
decidió poner término a su mandato en Palestina sin que los diversos planes
para el futuro del país - Plan Morrison, Plan Bevin- fueran aceptados por las
comunidades enfrentadas de árabes y judíos. El asunto pasó así a la ONU, cuya
Asamblea General aprobó en diciembre de 1947, por 33 votos a favor, 13 en
contra y 10 abstenciones, el plan de partición de Palestina, que proyectaba la
creación de dos Estados independientes, uno árabe y otro judío, y de una zona
internacional en Jerusalén bajo en control de la ONU, con una unión económica
entre las tres entidades. El plan fue inmediatamente aprobado por los judíos,
al ver en él la creación de su Estado, y rechazado por los árabes,
registrándose enfrentamientos entre ambas comunidades.
b) La primera guerra o
guerra del 48.
El 14 de mayo de 1948 los ingleses ponen fin a
su mandato y abandonan Palestina. Ese mismo día los judíos proclaman la
fundación del Estado de Israel, y ,seguidamente estalla la guerra entre el
nuevo ejército israelí y los árabes de Egipto, Líbano, Siria, Irak y
Transjordania que atacan el territorio del nuevo Estado sionista. Es la «guerra
de independencia» judía o primera guerra árabe-israelí, que se prolongó hasta
enero de 1949 y finalizó con la victoria y la consolidación de Israel,
firmándose en los meses siguientes los armisticios de paz, que daban a Israel
más territorio que el previsto en el plan de partición de la ONU. La derrota en
Palestina ante Israel sacudió al mundo árabe hasta sus raíces. Los pueblos
árabes se sintieron defraudados una vez más y humillados, traicionados no sólo
por los países occidentales, aliados de Israel, sino también por las
oligarquías árabes dirigentes, incapaces de enfrentarse a su enemigo y
sospechosas de connivencia con el imperialismo occidental. Todo ello fue el
caldo de cultivo en el que se gestaron los movimientos populares y
revolucionarios árabes desde 1952.
2. La
segunda guerra árabe-israelí (1956) o
guerra de Suez.
a) El desarrollo de la
Guerra y sus causas.
El conflicto entre los Estados Árabes e Israel
persiste tras la primera guerra en 19481949, ya citada, e incluso se agrava
tras la revolución egipcia de 1952 por la política seguida por su presidente
Nasser, continuándose en otras tres guerras sucesivas. Entre octubre y noviembre de 1956 tuvo lugar
la segunda guerra árabe-israelí definida como la «guerra de Suez». La
orientación nacionalista y revolucionaria de Nasser conlleva que como un
símbolo de las reivindicaciones contra el colonialismo se enfrente a la antigua
metrópoli colonial, Inglaterra, y aspire al control del canal de Suez
expulsando a los ingleses. En 1954 se firmó, en este sentido, un acuerdo para
la evacuación del Canal por Inglaterra, y en julio de 1956, unido a las
necesidades económicas para la construcción de la presa de Assuán, Nasser
nacionalizó el canal de Suez. Este hecho motivó que tras la elaboración de un
plan militar combinado entre Israel, Gran Bretaña y Francia, estos tres países
atacaran militarmente a Egipto, lo que provocó la reacción árabe y se
transformó en la segunda guerra árabe-israelí o la guerra de Suez, terminada en
plazo breve y en pleno conflicto por la presión política diplomática norteamericana
y soviética, que hizo retirarse a los agresores, y que si representó una
victoria militar para Israel fue un triunfo político para Nasser, que apareció
como el dirigente de la oposición armada contra Israel y uno de los más
destacados políticos del Tercer Mundo, capaz de hacer frente a Occidente.
b) Consecuencias de la guerra de Suez.
Sobre la
crisis de Suez, que representó el momento central y culminante de la segunda
guerra árabe-israelí en 1956, se pregunta M. FERRO si esta guerra, la más corta
del siglo XX, no será la que habrá tenido las consecuencias más profundas sobre
nuestro futuro. Constituye de hecho la crisis de Suez uno de los
acontecimientos mayores de nuestro siglo, no tanto por sus efectos económicos,
sino principalmente desde el punto de vista de las relaciones de fuerzas en el
mundo, de las fuerzas políticas y culturales sobre todo. En este sentido,
significa el momento clave de la decadencia de Europa y la aparición con peso
propio en la escena internacional de un Tercer Mundo surgido de la
descolonización incontenible, junto a la actitud de EE UU por implantar su
hegemonía, por un lado, y la capacidad de la URSS para extender su influencia
entre los países afroasiáticos, por otro.
En sentido análogo recoge J. P. DERRIENNIC el balance múltiple de la
crisis de Suez: para Gran Bretaña y Francia fue un fracaso total; para Egipto
representó una victoria política, al apropiarse del canal y alcanzar Nasser un
gran prestigio internacional; para Israel supuso lograr sus objetivos en la región;
para EE uu constituye el planteamiento de una reordenación política que se
expresará en la Doctrina Eisenhower en 1957, de intervención y ayuda; y para la
URSS representa aparecer como defensora de los países agredidos, como Egipto,
al que prestará su apoyo.
3. La guerra decisiva: tercera guerra árabe-israelí (1967) o de
los Seis Días.
a) Situación previa.
Con el apogeo del nasserismo, la difícil
situación entre los Estados Árabes e Israel, estabilizada desde 1957, se
degrada de nuevo a partir de 1962 y se intensifica el enfrentamiento. En 1959 se crea Al Fatah, un partido
nacionalista palestino dirigido por Yasir Arafat y núcleo de la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP) de la que será elegido presidente el
mismo Arafat. A partir de 1964 la
tensión aumenta y desembocará en la tercera guerra árabe-israelí, la llamada de
los Seis Días, en junio de 1967, en la que los israelíes obtienen una
espectacular victoria y ocupan los territorios árabes del Sinaí y Gaza
arrebatados a Egipto, Golán a Siria, y Cisjordania a Jordania. Las
consecuencias de esta nueva crisis son: se acelera el declive del nasserismo en
un Egipto con dificultades, se modifican los datos del conflicto árabe-israelí
que devuelve al primer plano internacional la situación del Próximo Oriente, se
transforma el statu qua territorial al ocupar Israel directamente territorios
egipcios, sirios y jordanos; y las organizaciones palestinas de lucha contra
Israel van adquiriendo autonomía respecto a los gobiernos árabes, constituyendo
en 1969 la OLP con la presidencia de Y. Arafat, que defiende la creación de una
Palestina árabe soberana.
b) Las
consecuencias: la ocupación de territorios.
Tras la tercera guerra, los israelíes permanecen y se afirman en los
territorios ocupados, y cesan las actividades bélicas, que quedan limitadas a
las acciones de los palestinos contra Israel desde los países árabes
fronterizos. En Egipto, el presidente Sadat, sucesor de Nasser tras su muerte
en 1970, replantea un nacionalismo egipcio más conservador y prooccidental; y
en la región se intensifican las presiones soviética y norteamericana - con el
«Plan Rogers» - .
4. La cuarta guerra árabe-israelí (1973) o del Yom Kippur: el
empate.
La
situación de tenso conflicto lleva en octubre de 1973 a la cuarta guerra
árabe-israelí, la del Yom Kippur, en Suez y Golán. Esta guerra confirma a esta
región como la principal zona de conflicto en el mundo, haciendo depender de su
suerte política el destino económico de los países industrializados
importadores de petróleo; además esta crisis representa el retroceso de la URSS
en la región y el aumento de la influencia de EE UU, bajo cuyo patrocinio no
sólo se reorienta la política del Egipto de Sadat, sino que se inician las
negociaciones que llevan a resultados reales ya acuerdos entre Egipto e Israel,
que se enmarcan en el giro de mediados de los años setenta en el Próximo
Oriente y que corresponden a la fase siguiente.
Texto
reelaborado a partir de: MARTÍNEZ CARRERAS, José U. Historia del Mundo Actual.
Págs. 105-106 y 272-273. Ed. Marcial Pons. Barcelona 1996.
II. El largo camino hacia la paz: de 1973 a …
1. De la guerra del Yom Kippur a los inicios de los acuerdos de
paz.
a) De
la guerra del Yom Kippur a la primera intifada (1974-1987).
La guerra del Yom Kippur había demostrado a
los israelíes que por primera vez podían encontrar una respuesta militar árabe
organizada, y que éstos no iban a cejar hasta recuperar los territorios
perdidos en el 67. Se abría paso lentamente la idea de negociar la paz. En el año 1974 la OLP (Organización para la
Liberación de Palestina) obtenía un gran triunfo diplomático: era reconocida
por la ONU como legítimo representante de los intereses palestinos. Al año siguiente Israel ataca el Líbano con
la intención de expulsar a los
palestinos de aquel país vecino, el conflicto se va a internacionalizar. Que la negociación con los árabes es posible
se pone de manifiesto con los acuerdos de Camp David de 1978 en Estados Unidos,
Israel y Egipto firman la paz, comprometiéndose Israel a retirarse en 1981 de
la península del Sinai, ocupada en la guerra de los Seis Días. Se pone fin a
treinta años de hostilidades y entre
estos dos estados, pero no se resuelve el problema palestino. A Israel le
demuestran que es posible la paz a cambio de
concesiones. En 1981 el Estado
Judío intensifica la ocupación del Líbano. Israel consigue la expulsión de la
OLP instalada en aquel país -ésta se refugiará en Túnez en 1982- y también la
destrucción de su vecino del norte, que verá arrasada su economía y hará saltar
por los aires su precaria convivencia nacional. Israel mantendrá la ocupación
del sur del Líbano hasta el año 2000. De todas formas el conflicto permanece
enquistado y los palestinos que viven en los territorios ocupados sometidos a
una feroz ocupación militar.
b) La
primera intifada y la Primera Guerra del Golfo.
En 1986 la OLP hace alguna concesión a los
israelíes: reconoce por primera vez el derecho a existir del Estado de Israel,
esto significa un cambio táctico, pues hasta entonces la OLP no reconocía esa
posibilidad y entre sus objetivos políticos estaba expulsar a los israelíes.
Simultáneamente, la resistencia palestina intensifica su hostilidad hacia el
ocupante israelí, de manera espontánea la población de los territorios ocupados
(Gaza, Cisjordania y Jerusalén) se levanta en 1987 contra las fuerzas de ocupación
israelíes en una guerra desigual: piedras contra tanques, este movimiento
popular es el inicio de la primera intifada. La desigualdad de la lucha acarrea
una oleada de solidaridad internacional con la causa palestina al verse en las
televisiones de todo el mundo como adolescentes y niños armados con piedras son
asesinados por el ejército israelí. El
éxito de este movimiento lleva al Consejo Nacional Palestino (gobierno en el
exilio) a proclamar el Estado Palestino independiente con Yasir Arafat como presidente,
esto no hace nada más que enconar los ánimos y no ayuda a solucionar el
problema. Si el contexto internacional
era favorable a los palestinos, la Primera Guerra del Golfo, iniciada en agosto
de 1990 con la invasión de Kuwait por el Irak de Sadam Husein, acarreará una
pérdida de prestigio a Arafat al alinearse claramente con el agresor. La
consecuencia fundamental es la retirada del apoyo y el capital saudí y de los
emiratos petroleros del Golfo a la causa palestina. Mientras, los israelíes que
se han mantenido cautos durante el conflicto, aprovechan la nueva coyuntura
para lograr una aproximación a los palestinos para solucionar definitivamente
el conflicto.
2. El proceso de paz y su
fracaso.
a) El proceso de paz en los años noventa.
El proceso de paz para Oriente Próximo arranca
el 30 de octubre de 1991 en la Conferencia de Madrid, por primera vez ambos
bandos se sientan a negociar en la misma mesa, el objetivo es ponerse de
acuerdo para futuras negociaciones. El
siguiente hito importante tiene lugar, tras casi dos años de largas
negociaciones, en septiembre de 1993 se firman los Acuerdos de Oslo entre Yasir
Arafat e Isaac Rabin, primer ministro laborista de Israel, y cuyos resultados
se plasman en la Declaración de Principios de Washington, los palestinos
reconocen al Estado de Israel, y los judíos reconocen para los territorios
ocupados en 1967 (Gaza y Cisjordania) una progresiva autonomía a negociar. Para
el final se deja el asunto más espinoso: el estatus de Jerusalen. Como signo de
los nuevos tiempos Yasir Arafat vuelve del exilio en 1994 y se instala en
Cisjordania. Ese mismo año, por los Acuerdos de El Cairo se logra la autonomía
para Gaza y la ciudad de Jericó en Cisjordania, es el punto de partida para
la creación de la Autoridad Nacional
Palestina, nombre oficial provisional del territorio palestino. También, Isaac
Rabin y el rey Hussein de Jordania ponen fin a 46 años de enfrentamientos entre
los dos países, la paz parecía posible. Además, la comunidad internacional
reconoce los esfuerzos de los líderes implicados y concede el premio Nobel de
la paz a Rabin y a Arafat. Pero el
camino hacia la paz no está exento de obstáculos por los dos bandos: los grupos
fundamentalistas islámicos palestinos no reconocen los acuerdos de paz, y los
grupos ultrarreligiosos judíos consideran un sacrilegio las concesiones a los
palestinos. Uno de estos últimos mata en Hebrón (Cisjordania) a varias decenas
de palestinos mientras rezaban. Otro judío ultraortodoxo asesina el 4 de
noviembre de 1995 a Isaac Rabin. 1996 es
un año electoral, Arafat gana las elecciones en la ANP (Autoridad Nacional
Palestina) y el derechista Benjamín Netanyahu en Israel, éste no es de los más
fervorosos partidarios de la paz con los palestinos. Mientras, los
enfrentamientos entre los palestinos y el ejército judío son constantes. Un nuevo impulso para una paz cada vez más
difícil surge en 1999 en la cumbre de
Wye en Estados Unidos, entre Netanyahu, Arafat y un Clinton que ha tomado un
activo papel como negociador. De esos acuerdos surge una nueva retirada israelí
de otra porción de Cisjordania a cambio de que los palestinos se comprometan a
frenar la lucha armada. Estos acuerdos se materializarán en el mes de mayo e
Israel entrega a los palestinos el 12% de Cisjordania. Ese mismo mes gana las
elecciones en Israel Ehud Barak, un laborista partidario de la paz con los
árabes. Para los palestinos todo avanza penosamente, los judíos entregan
territorios con cuentagotas y, hartos de esperar, intensifican una lucha que
nunca ha desaparecido totalmente.
En el año
2000 surgen nuevas oportunidades: una nueva retirada israelí de Cisjordania (de
otro 11%), la retirada del ejército israelí del sur del Líbano, y una nueva
cumbre con los palestinos en Camp David entre el 11 y el 25 de julio bajo los
auspicios de un Clinton en la recta final de su mandato y que quiere legar al
mundo una paz definitiva. Estas negociaciones son las que más cerca estuvieron
de llegar a un acuerdo completo, pero al final no se pusieron de acuerdo al
abordar el asunto más difícil: Jerusalem. Para los judíos Arafat se mostró
intransigente en esta cuestión, para los palestinos renunciar a esta ciudad era
una traición a su causa. El fracaso de las conversaciones pasará la factura a
ambos líderes, Barak dimite en diciembre y los palestinos más radicales van
conseguir más fuerza. La tensión acumulada estalla al acudir el derechista
judío Ariel Sharon el 28 de octubre de 2000 a la Explanada de las Mezquitas de
Jerusalem, zona sagrada para los árabes, esto es considerado una provocación y
genera un levantamiento generalizado que se conoce como segunda intifada.
b) De la segunda intifada
a 2005.
El levantamiento se generaliza rápidamente, el
fracaso de las negociaciones radicaliza aún más a los palestinos. Pero lo peor
está por llegar, en las elecciones de febrero de 2001 Ariel Sharon, considerado
un belicista, es nombrado primer ministro de Israel, famoso por haber actuado
de manera inflexible contra los palestinos en el tiempo en que fue general, y
célebre también por haber permitido la matanza de palestinos en los campos de
refugiados de Shabra y Shatila en el Líbano en septiembre de 1982. Estaba claro
que las posibilidades de acuerdo eran mínimas. Entre tanto, la segunda intifada
se intensifica entre febrero y marzo de 2002, ya no sólo aparecen niños tirando
piedras a los blindados israelíes, sino también, y cada vez más, jóvenes con
bombas que se suicidan haciendolas explotar en lugares muy frecuentados de
Israel. La militancia en grupos religiosos radicales de estos kamikaces
palestinos es evidente. La violencia genera violencia, Sharon, sin
contemplaciones, cada vez que ocurre un atentado ordena demoler campos de
refugiados en Cisjordania y el bombardeo de ciudades palestinas, o manda el
asesinato selectivo de líderes de Hamás o la Yihad Islámica, dos de los
partidos palestinos más radicales. Además, tras el ll-S sus acciones tienen
carta blanca en un contexto internacional de lucha contra el terrorismo y con
un Bush abiertamente favorable a Israel. Las presiones de Sharon también, y
sobre todo, van dirigidas contra Arafat, al que mantiene recluído y cercado en
su cuartel general de Ramala, una vieja cárcel británica reducida a escombros
por el ejército hebreo, el objetivo es que se exilie. En junio de 2002 Israel inicia la
construcción de un muro para defenderse de los ataques terroristas palestinos,
este muro –llamado valla por los israelíes- aisla a los palestinos, les corta
las comunicaciones, les arrebata todavía más tierra, y mantiene confinados en
una inmensa cárcel a cientos de miles de personas sin posibilidades de salir
del territorio. Mientras, el ejército sella los poblados palestinos, cortando
el suministro de agua y electricidad. En
enero de 2003 Ariel Sharon vuelve a ganar las elecciones. Simultáneamente, las
iniciativas internacionales para lograr la paz se suceden. La más importantes
es la llamada Hoja de Ruta, un plan de paz elaborado por el denominado “cuarteto”
(EE.UU, Unión Europea, Rusia y la ONU). En ella se promete un Estado palestino
a cambio del fin del terrorismo, como esto no sucede queda en papel mojado. En
septiembre de 2003 un doble atentado deja 14 muertos en Jerusalén, como
respuesta, entre otras, Sharon asesina al líder de Hamás, el jeque Yasin, un
anciano tetrapléjico. La Hoja de Ruta parece abocada al fracaso. La situación se prolonga durante el 2004, si
bien, el número de atentados palestinos ha disminuido debido a la vigilancia
israelí. Una novedad se produce este año, Sharon impone a su partido y a su
gobierno la retirada de Gaza (se materializará en agosto de 2005), un paso sin
precedentes en un personaje que era considerado un líder por los colonos, los
judíos más radicales que viven en los asentamiento judíos en los territorios
ocupado. El 27 de octubre de 2004
Arafat, que lleva años confinado en la Mukata, ve empeorar su crítico estado de
salud, con autorización israelí es llevado a París donde muere en la madrugada
del 11 de noviembre. Nuevas incertidumbres planteaba la desaparición del “rais”
palestino, la más evidente era el posible enfrentamiento entre los distintos
grupos palestinos por el control del poder. La elección en enero de 2005 de
Mahmud Abbas, conocido también como Abú Mazen, parece conjurar el peligro de
enfrentamiento entre las facciones palestinas, por lo menos de momento, si bien
el creciente peso de Hamas en Gaza y la imposibilidad de controlar a todas las
facciones armadas le resten credibilidad ante los israelíes. En el campo
israelí el “plan de desconexión de Gaza”, o retirada unilateral de aquel
territorio después de 38 años de ocupación, dividió como nunca a la sociedad
israelí. De todas formas, la retirada militar de aquel territorio no es total,
Israel sigue controlando la frontera con Egipto, los accesos marinos, las
fuentes de agua, y el espacio aéreo.
c) La situación en 2006.
El
triunfo de Peretz en el Partido Laborista frente a Simón Peres hace que este
partido abandone el gobierno de coalición con el partido derechista Likud de
Sharon y éste quede en minoría y no tenga más remedio que adelantar en unos
meses las elecciones, a marzo de 2006. Un cambio inesperado se produce a
finales de 2005: Sharon decide abandonar el Likkud, partido en el que ha
militado toda su vida, para fundar un nuevo partido: Kadima (adelante en
hebreo). Con vistas a las elecciones de marzo de 2006 esta nueva formación
arrastra a un gran número de diputados del Likkud e incluso del partido Laborista
(Simón Peres), pero la salud no acompaña a Ariel Sharon, un anciano de 81 años,
a principios de enero de 2006 ingresa en el hospital con un infarto cerebral,
su recuperación es difícil, y el político vive en un estado vegetal. Ehud
Olmert, fiel a Sharon desde años, se convierte en su sucesor en la jefatura de
Kadima, venciendo en las elecciones del 28 de marzo de 2006, aunque no por una
mayoría tan fuerte como pronosticaban las encuestas. En el lado palestino
asistimos en enero al triunfo de Hamas en las elecciones (76 de 132 escaños) lo
que tiene varias consecuencias, entre ellas dos. La primera es la confirmación
del enfrentamiento entre la OLP de Mazen (presidente de la Autoridad Nacional
Palestina) y el partido fundamentalista de Hamas que domina el gobierno y el
Parlamento, este choque en algunos momentos parece llevar al país al borde de
la guerra civil. La segunda consecuencia es que nadie en le exterior reconoce
el triunfo de Hamas por no reconocer este partido al Estado de Israel, esto se
traduce en un aislamiento y en el cese de la ayuda económica a la ANP lo que se
traduce en una asfixia económica que aumentan las duras condiciones de vida de
los palestinos: funcionarios que no cobran sus sueldos, gobierno sin
presupuestos… Pero el año 2006 trae más novedades al conflicto. En Gaza los
militantes fundamentalistas secuestran a un soldado israelí, y en el norte la
guerrilla libanesa de Hezbollah a otros dos. Este hecho desencadena una brutal
respuesta israelí: ataque brutal a los palestinos en Gaza, y destrucción total
del Líbano en una operación que dura desde el 12 de julio al 10 de agosto. En
los dos casos no logra la liberación de los soldados. En el escenario libanés
Israel parece retroceder a los años ochenta, pero su superioridad militar es
puesta en duda por la guerrilla chií de Hezbollah, financiada por Irán. La
ocupación del sur del Líbano le ha costado a Israel un alto precio político y
la caída de misiles artesanos en su propio territorio. Sólo la intervención de
la ONU pudo acabar con el conflicto.
3. Principales problemas para la paz.
a) El
problema de los refugiados.
Es
fundamental, desde el inicio de la guerra viven fuera de Palestina casi cuatro
millones de palestinos que huyeron del conflicto. Viven hacinados en campos de
refugiados en Siria, Egipto, países del Golfo, Jordania (donde son la mitad de
la población), Líbano... El regreso de esos refugiados está presente en
cualquier tratado de paz, y cuenta con el respaldo de varias resoluciones de la
ONU. Pero en la práctica es imposible, Israel nunca aceptará el retorno de esos
refugiados, en primer lugar porque los escasos seis millones de israelíes (de
los cuales un millón son árabes) serían una minoría en la zona, y la identidad
y el Estado hebreo correrían el riesgo de desaparecer. En segundo lugar estos
refugiados reclamarían la tierra de sus antepasados que hace decenios que están
ocupadas por los israelíes. Como vemos la solución no es fácil.
b) El
problema del agua.
No es menos
importante que el anterior. En la zona semiárida de Oriente Próximo, la
posesión de agua garantiza la supervivencia y se convierte, por tanto, en un
factor estratégico de primer orden. En las actuales circunstancias Israel
domina todas las fuentes de agua, desde el río Jordán hasta el lago Tiberiades.
Además, con la anexión de los Altos del Golán en 1967 controla una zona
montañosa con numerosas fuentes y de donde salen los principales cauces de la
región. Israel en la práctica puede “cerrar el grifo” a los palestinos, de
hecho las ciudades árabes reciben menos de la cuarta parte de agua que los
asentamientos judíos vecinos. El gobierno de Tel Aviv, además, ha construído
canales y acueductos para distribuir de forma racional por todo su territorio.
En este problema Israel tiene la sartén por el mango ¿estará dispuesta en un
futuro a generosas concesiones en este campo en detrimento de su propia
población?
c)
Jerusalem.
Es un problema más emocional que práctico.
Para los judíos es su ciudad santa, donde se encuentran las ruinas de su
pasado: el Muro de las Lamentaciones (resto del Templo de Salomón), la tumba de
sus profetas y personajes bíblicos, etc. Tras la anexión de la parte árabe de
la ciudad en 1967 se declaró a Jerusalem como ciudad judía para siempre, y se
llevó a cabo una dura política para reducir el número de árabes en la parte
este de la ciudad, a través de confiscaciones, destrucciones de casas,
sentencias judiciales, remodelación administrativa de la ciudad para que los
árabes queden en minoría en su zona... Para los árabes es la tercera ciudad
santa del Islam, tras La Meca y Medina. Su lugar más sagrado es la mezquita de
Al Aqsa. En Jerusalem se apareció Mahoma en un viaje nocturno, y su huella está
en la mezquita de la Roca. Los palestinos consideran irrenunciable la
capitalidad de Jerusalem Este en un futuro Estado palestino independiente. Como podemos suponer, en una población cada
vez más radicaliza en ambos bandos la cuestión levanta pasiones.
d) Los
asentamientos judíos en Cisjordania.
Tras la disolución de la URSS, muchos judíos soviéticos y de la Europa
del Este emigraron a Israel, eran un pulmón de oxígeno frente al fuerte
potencial demográfico de los árabes. Fueron instalados mayoritariamente en los
asentamientos o colonias judías de Cisjordania. Los palestinos siempre han clamado contra esta ocupación
ilegal y los ataques de los terroristas se han cebado en estos enclaves fuertemente
defendidos y protegidos por el ejército. El movimiento colono es muy radical,
consideran que es irrenunciable esa tierra por ser hogar de los judíos
bíblicos. Tratan de evitar que se reproduzca otro repliegue israelí de los
asentamientos como ocurrió cuando Israel abandonó el Sinaí en 1981. Además, la
dura oposición de los colonos, los sectores derechistas y grupos radicales
religiosos amenaza con tensiones muy fuertes en el seno de la sociedad judía
que necesita más que nunca de unidad. El
resultado es que toda una maraña de asentamientos, perfectamente comunicados
entre sí, pueblan Cisjordania. Una futura Palestina independiente no sería
viable con ese cuerpo extraño en su interior. Desde que empezaron las
negociaciones se incrementó la construcción de estos asentamientos, tal vez
para tener una baza más para negociar con los palestinos. Estas colonias han
sido declaradas ilegales por la comunidad internacional, pero eso no hace mella
en el gobierno judío, que con el apoyo y el veto estadounidense hace caso omiso
de todas las resoluciones de la ONU. De
todas formas un hecho interesante es que Sharon, durante mucho tiempo líder del
movimiento colono, en 2004 ha impuso un plan para abandonar los asentamientos
en Gaza, tal vez con la intención de vender a la comunidad internacional las
buenas intenciones de su Gobierno, pero ocultando un más que posible
afianzamiento de su posición en
Cisjordania.