«El rápido crecimiento de nuestra población, la expansión de nuestra industria, el valor de nuestros negociantes, en una palabra, la pujante vitalidad del pueblo alemán nos ha situado en medio de los movimientos políticos y económicos del mundo.
Si los ingleses hablan de una Gran Bretaña, si los franceses hablan de una Nueva Francia, y si los rusos progresan en Asia, nosotros también tenemos derecho a reclamar una gran Alemania ( ... ). Señores, no se ha descubierto aún la forma de triunfar en la lucha por la vida sin una fuerte coraza sobre la tierra y sobre el mar, sobre todo si se trata de un pueblo de casi sesenta millones de almas fijadas en el centro de Europa.»
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