BLOG DE HISTORIA 1º BACHILLERATO

Prof. Luis Pérez-Cea Soto

martes, 13 de diciembre de 2011

LA ECONOMÍA DEL PERÍODO DE ENTREGUERRAS. LA DEPRESIÓN DE 1929

La I Guerra Mundial trajo consigo el declive de Europa y el ascenso de Estados Unidos como líder de la economía mundial.  Mientras los países europeos entran en una lenta y penosa reconstrucción, los Estados Unidos crecen de manera espectacular.  Son los llamados “felices años 20”.  Sin embargo, las bases de este crecimiento no son sólidas como lo puso de manifiesto la gran Crisis de 1929 que abrió un estado depresionario hasta mediados de los años 30.    Teniendo en cuenta el papel económico jugado por EE.UU en Europa no es de extrañar la rápida propagación de la crisis, lo que pondrá de manifiesto la imposibilidad de combatirla que tenían las fórmulas del capitalismo liberal clásico.  Había que poner en práctica nuevos tipos de política económica, cuya característica común será la creciente intervención del Estado.

1º.- Efectos Económicos de la I Guerra Mundial

Las características y duración de la guerra obligaron a los países beligerantes a establecer cambios importantes en sus sistemas económicos con la intervención del Estado para así asegurar el abastecimiento de armas y materias primas a los ejércitos.

Dentro del campo industrial, se dio preeminencia a la industria pesada y de bienes de equipo, postergando a la de bienes de consumo.  La agricultura igualmente se vio afectada por la consiguiente falta de mano de obra y por los efectos bélicos sobre los campos de cultivo.

Desde el punto de vista de la financiación de la guerra, los estados debieron acudir a diversos procedimientos: empréstitos exteriores (por ejemplo, el 15% de los gastos militares interaliados fueron cubiertos por prestamos procedentes de EE.UU e Inglaterra) e interiores (mayor emisión de billetes; emisión de bonos de deuda de casi obligada suscripción por bancos y particulares); aumento de la presión fiscal con nuevos impuestos o elevando los existentes.  

El comercio internacional fue otro sector en donde la guerra dejo su huella restringiendo los intercambios internacionales, sobre todo a partir de 1915, momento en que se hace efectivo el bloqueo de los aliados contra las potencias centrales.

El ámbito poblacional se ve mermado por el alto número de muertos, heridos e inválidos que, por un lado repercuten en un descenso generalizado de las tasas de natalidad creando auténticas “generaciones huecas”, y por otro provocan una importante pérdida económica en tanto desciende la población activa.

En conjunto, si sumamos los efectos de las destrucciones materiales podemos ver que la reconstrucción será lenta y difícil, sobre todo al tener una estructura económica distorsionada por la prioridad dada a los objetivos militares, más el endeudamiento exterior y un sistema monetario en crisis.

2º.- Problemática Reconstrucción de Europa.  La Crisis de 1921

Al finalizar la guerra se pensaba que el aumento de la oferta en el mercado de trabajo y la recesión de pedidos industriales por parte de los gobiernos conllevaría el paro obrero y la contracción de la industria.  Es decir, no se produjo inmediatamente la crisis de la economía de guerra.   En contrapartida lo que se produjo fue un gran crecimiento de los bienes de consumo duradero (menaje doméstico), lo que llevó a una mayor ampliación de la producción y aun mayor número de puestos de trabajo. 

La industria se financió mediante préstamos (sistema entre países aliados y por medio de la “American Relief Administration” organismo creado para ayudar financieramente a las potencias vencidas).  Todo ello conllevó un alza de precios entre 1918 y 1920 como resultado de una tendencia inflacionista típica de la economía de guerra.

Este panorama expansivo cambia pronto puesto que en 1921, una vez repuesto el menaje doméstico, bajó considerablemente la demanda de bienes de consumo duradero estallando una crisis de sobreproducción industrial, con la consiguiente acumulación de stoks, el descenso de la producción y el subsiguiente aumento del paro obrero, a lo que se unió, como otro factor más, la contracción del crédito.

Esta crisis reviste las formas de una crisis de sobreproducción clásica, pero en realidad fue una crisis de reconversión, en tanto que los países europeos tuvieron que transformar una economía de guerra en una economía de paz.

La solución de la crisis pasaba por la restricción de la circulación fiduciaria y por el retorno a la convertibilidad oro del papel moneda.   Sin embargo, para afrontar este problema, los países europeos siguieron una política económica distinta según fueran acreedores, como Inglaterra o EE.UU, o deudores de los empréstitos de guerra.

Los países acreedores llevaron a cabo una política deflacionista, restringiendo los créditos y la circulación monetaria, lo que conllevó un descenso de la producción industrial y un aumento del paro, aplicándose, para remediar en parte esta situación, una política inmigracional restrictiva y aplicando medidas proteccionistas de cara a las importaciones.

Los países deudores (Francia o Alemania) devaluaron sus monedas y dejaron que aumentase el volumen de la inflación,  con lo cual aumentaban la competitividad de sus exportaciones y acentuaban su insolvencia de cara a las deudas exteriores.  La inflación alemana tomo unas proporciones gigantescas con una ingente masa monetaria en circulación (de 68.000 millones de marcos a finales de 1920 a 496 quintillones de marcos en 1923).

Mientras tanto se había producido en Génova, en 1922, una conferencia internacional sobre la reconstrucción europea que propuso el establecimiento de un patrón de cambio oro, en el que las divisas claves serían el dólar y la libra esterlina; además proponía la puesta en marcha de una política estabilizadora en aquellos países que sufrían una inflación galopante.

Alemania adopta estas decisiones en 1923, con una nueva moneda, el Rentenmark, basada en la garantía de su riqueza industrial y agraria; sin embargo esta nueva moneda no estaba fundamentada en el patrón oro y además convivía con antiguos marcos devaluados, por lo que la revalorización era provisional.  Por ello, en 1924 esta moneda fue sustituida por una nueva, el Reichsmark, más solvente en tanto se articulaba según el patrón oro y era de curso forzoso.

En Francia, será con el gobierno Poincaré, en 1926, cuando se produzca la estabilización monetaria de la mano de una política de equilibrio presupuestario con el que reducir la deuda pública.  A partir de 1928 el franco se hace convertible oficialmente, al retornar al patrón oro.

En conjunto se observa que Europa a mediado de la década de los años veinte recupera su economía alcanzando la cotas de producción de 1914.   Quedaba por delante un período de prosperidad cuyo límite lo pondrá la crisis de 1929.

3º.- La Crisis de 1929.  La Gran Depresión

A) Crisis Bursatil

A finales de 1929 la Bolsa de Nueva York se hundió de tal manera que su efectos arrastró a numerosos países e implicó a todos los sectores económicos.

El ambiente que se respiraba desde 1927, prosperidad y elevación de la bolsa, crearon un continuo movimiento de inversionistas adquiriendo acciones en masa con el objetivo de obtener altos dividendos y aumentar el capital volviendo a vender las acciones en el momento que se elevara su cotización.
Un primer aviso se registró en 1928 con una notable bajada de enteros, sin embargo, aunque la Bolsa se repuso rápidamente, la actividad bursátil tenía un sesgo especulativo que se iba agravando por momentos debido a que muchos inversores compraban las acciones con financiación exterior, es decir, con dinero pedido a préstamo a las entidades bancarias.   El resultado fue una gran expansión del crédito, mezclándose los mismos bancos en la especulación al prestar a mayor interés que el interés pagado a la Reserva Federal por la obtención del dinero.   A ello hay que sumarle que los propios corredores de bolsa hacían préstamos a sus clientes tomando las acciones como garantía.   Lógicamente mientras la Bolsa subiera el sistema no tendría problemas puesto que se podrían devolver los préstamos y obtener beneficios.  Si la Bolsa bajaba, entonces los corredores tratarían de vender rápidamente las acciones de sus clientes para no perder el dinero que les había anticipado.   Esto, a gran escala, es lo que acaeció en 1929.
Las razones que provocaron la bajada de las cotizaciones son variadas, pero quizás la chispa fue un alza en el tipo de descuento del Banco de Inglaterra que motivó la retirada de capitales europeos invertidos en EE.UU.   Este hecho provoca una acelerada venta de acciones causando un efecto locomotora que genera un pánico total entre los inversores.  Así, el 24 de octubre de 1929 (Jueves Negro) se ponen a la venta aproximadamente 13 millones de títulos sin demanda alguna.   Los bancos intervienen para intentar detener la crisis adelantando mil millones de dólares, pero el lunes día 28 sigue la venta y el descenso del valor de las acciones.  Al día siguiente el desastre fue total con la puesta a la venta de 33 millones de acciones.   Los efectos de esta crisis se extienden a todos los sectores de la economía.

Fuente mapa conceptual: http://historiacontemporanea//-tomperez.blogspot.com


B)  Crisis Económica

El primer sector en verse afectada fue la banca.   Los clientes, ante el pánico provocado por la crisis de la Bolsa, retiraron de forma masiva sus depósitos, los cuales no pudieron ser abonados por los bancos debido a la falta de liquidez, puesto que la mayoría de sus fondos estaban invertidos a largo y medio plazo.   El resultado era la suspensión de pago o la quiebra. 

Las múltiples quiebras bancarias agravó más aun la desconfianza de los inversores.  Además, los bancos, sin liquidez, restringieron los créditos.  Esta acción repercutió plenamente en el sector privado cuyas inversiones entraron igualmente en crisis arrastrando a otros sectores de la economía.

Los efectos de la crisis pasaron desde el sector financiero al sector industrial y comercial.  Ruina de numerosas empresas, cierre y aumento del paro obrero, el cual paso de 1,5 millones en 1929 a 12,6 millones en 1933, e decir, el 25,2% de la población activa.

La industria americana de bienes de consumo duraderos, cuyo mercado estaba orientado hacia la población trabajadora, se encontró ante una brusca contracción de la demanda debido a la disminución de la capacidad adquisitiva de la masa obrera, y, por tanto se vio ante una acumulación de stoks con pocas posibilidades de salida comercial.

Por otro lado, los precios, entre 1929 y 1932, bajaron más del 30% y los índices de producción industrial se redujeron a la mitad.  Además, la agricultura quedó maltrecha con la restricción de créditos por parte de los bancos agrícolas.

C) La Depresión

Si las proporciones de la crisis fueron espectaculares, igualmente excepcional fue su duración.  Fue un momento caracterizado por la caída de las inversiones y la desaparición de numerosas empresas.
 Entre 1929 y 1932 desaparecieron más de 100.000 empresas comerciales  e industriales.  La situación era un círculo vicioso en el sentido que existía una superproducción y una contracción de la demanda, por lo que nada incitaba a los empresarios a ampliar la capacidad productiva.  Para ello era necesario que el ahorro privado volviera a adquirir acciones de las empresas, y como quiera que la crisis bursátil había quebrado la confianza en los valores mobiliarios, esta condición no se daba.
Las primeras medidas anticrisis del Presidente Hoover no sirvieron de mucho; de hecho los 1500 millones de dólares aportados como prestamos a las grandes empresas por la Reconstruction Finance Corporation, nacida en 1932, fueron insuficientes.  Igualmente, otra medida como la ley arancelaria de Hawley-Smoot solo consiguió mejorar la situación de un corto número de empresas perjudicando sobremanera a aquellas dedicadas a la exportación.  Igualmente, el sector agrario no consiguió superar la depresión a pesar de la inyección de 500 millones de dólares, y los precios agrarios siguieron bajando.


D) Extensión de la Crisis

La intervención estadounidense en la economía de la Europa de postguerra y su puesto preeminente en la economía mundial fueron factores determinantes en la rápida expansión de la crisis.  Las exportaciones americanas en 1932 se redujeron un 32% en relación con las de 1929.  Esta disminución de la demanda exterior produjo un efecto locomotora en la economía mundial.  Tengamos en cuenta que los compradores de productos americanos sufrieron la incidencia de la bajada de los precios de  las materias primas y productos agrícolas que eran la parte más importante de sus exportaciones.

Alemania fue el país donde más rápidamente repercutió la crisis debido a las especiales circustancias por las que pasaba tras la I Guerra Mundial y el Tratado de Versalles.  La reconstrucción de los años 20 se hizo con capitales americanos y cuando éstos fueron repatriados en 1929 muchas empresas y bancos quedaron descapitalizados.  

La solución de la República de Weimar fue acudir a una política deflacionista con la congelación de los depósitos bancarios y la restricción del crédito.  El resultado fue una continuada quiebra empresarial y una bajada en picado del índice de producción industrial con un paro galopante de más de 6 millones de personas en 1932, lo que crea un acusado malestar del que se servirá el nacionalsocialismo para iniciar su vertiginoso ascenso.

En Inglaterra la crisis se refleja en primera instancia en el campo monetario debido a la sobrevaloración de la libra esterlina desde años anteriores.  La congelación de capitales extranjeros que quedaban en Alemania decretada por la República de Weimar afectó sobremanera a los capitales británicos, con lo cual Inglaterra se vio forzada a abandonar el patrón oro.  La libra era una pieza básica del sistema monetario internacional por lo que su caída no podía más que trastocar todo el sistema.

Los efectos de la crisis tardaron más en llegar a Francia, que en realidad no revistió la gravedad que en Alemania, por ejemplo, debido a la estabilidad del franco salido de las reformas de Poincaré.   No obstante se producen quiebras importantes como la de la empresa Citroën y se incrementa en más de 300.000 el número de parados.

E) La Lucha Contra la Crisis
1º.- La teoría económica de Keynes
John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, sostenía ya en 1913 que el liberalismo económico de corte clásico necesitaba adecuarse a las circunstancias económicas y sociales del nuevo siglo.
Esa afirmación la sistematizaría en su obra “Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero”, publicada en 1936. En ella analizaba las causas de la depresión mundial y proponía una serie de recetas para solventarla. Aseguraba que el motor de la economía habría de sustentarse en la adecuada relación entre la oferta y el consumo, pues de ella dependían los beneficios empresariales y la inversión.
Según Keynes la crisis de 1929 había retraído la demanda y era necesario estimularla de alguna manera, generando una demanda adicional que tirase de la producción. Las medidas no intervencionistas de los estados capitalistas no habían logrado tal objetivo. Abogaba por tanto por una activa intervención del Estado que restableciera el equilibrio entre oferta y demanda.
Básicamente proponía lo siguiente:

  • Desarrollar una política de inversiones estatales en obras públicas (carreteras, pantanos, etc.) que sirviese de estímulo a la iniciativa privada a través de la demanda de cemento, hierro, componentes industriales, etc. La mano de obra empleada en estas actividades aminoraría el desempleo, incrementaría la masa de consumidores y estimularía la actividad económica .
  • Poner en circulación abundante dinero con el fin de estimular una moderada inflación. El peligro de una alta tasa de inflación sería inexistente en tanto el paro fuese elevado.
  • Incrementar los salarios. La reducción de los salarios como medida para mantener el empleo (defendida por los economistas clásicos) fue refutada por Keynes quien aseguraba que el empleo no dependía de los salarios sino del consumo y la inversión. Una disminución de los sueldos de los trabajadores provocaría un retraimiento que deprimiría el consumo y en consecuencia, la producción.
·         Intervenir en todos los sectores económicos, regulando la fijación de precios, salarios, mercado laboral, concediendo subvenciones a las empresas, etc.

En suma:
Keynes abogó por el abandono de la ortodoxia del "laissez-faire" que había guiado el capitalismo del siglo XIX y propuso un mayor protagonismo del Estado en la vida social y económica. Fue precisamente lo que mediante el New Deal puso en práctica en Estados Unidos el presidente F. D. Roosevelt a partir de 1933
FUENTE TEORIA ECONÓMICA KEYNES:
2º.- Las Soluciones Neoliberales

El liberalismo económico se hace compatible con el intervencionismo económico.  De este modo se abandona el laissez-faire con la idea de corregir los fallos e imperfecciones del sistema capitalista, naciendo una economía mixta, que más tarde sería denominada economía social de mercado.





a)      El New Deal Norteamericano

Para intentar resolver los efectos de la crisis, el gobierno del presidente norteamericano F.D. Roosevelt acometió una serie de reformas.  En primer lugar fueron dirigidas al sistema bancario y bursátil.  Entre dichas medidas, sobresalen: separación de los bancos de depósito y de inversión, la creación de un seguro de depósitos con el fin de asegurar a los clientes ante posibles quiebras futuras, refuerzo de las facultades de los bancos de la Reserva Federal.

Desde el punto de vista monetario, se abandonó el patrón oro y se devaluó el dólar, aplicando por tanto una política inflacionista.  El resultado fue la consecución de un alza moderada de los precios y un estímulo de la actividad productiva.

La política agraria seguida se basaba en fijar unos topes máximos de producción y unas tasas de los productos agrarios con el fin de equipararlos a los industriales y así salir de la situación deprimida en la que se encontraba la agricultura, es decir reducir la producción para elevar los precios a cambio de una indemnización.

En el sector industrial es donde la política de Roosevelt se aplicó con mayor intensidad.  La intervención estatal fue básica por cuanto a través de la Ley de Reconstrucción de la Industria Nacional (NIRA) las industrias se beneficiaron de subvenciones que facilitó su recuperación.  Igualmente se potenció la construcción de numerosas obras de infraestructura como carreteras, embalses y centrales hidroeléctricas así como la promoción de de grandes proyectos como el Tennessee Valley Authority.

El plano laboral y de política social se fijó en un proyecto básico: disminución del paro y elevación del poder adquisitivo obrero para estimular la demanda y con ello elevar la producción industrial.  Se llega a un concierto laboral (“Ley Nacional de Relaciones Laborales”) fijando un salario mínimo y un máximo de horas de trabajo, a lo que se le uniría la creación de una “seguridad social”, es decir un seguro nacional de empleo y pensiones (“Social Security Act”).

En conjunto, el New Deal, sin llegar a salir del estado de recesión económica, consiguió equilibrar las inversiones públicas y la iniciativa privada recuperando en cierta medida el empleo si bien el paro aun seguía siendo elevado a finales de los años 30, y el nivel de producción industrial no había alcanzado aun las cotas que tenía en los años inmediatamente anteriores a la crisis del 29.

b)      La Política Británica

Las medidas adoptadas por el gobierno británico fueron las siguientes:

1º.- Devaluación de la libra y abandono del patrón oro.
2º.- Potenciación de las relaciones comerciales con los países de su antiguo imperio.
3º.- Elevación del arancel para aquellas mercancías procedentes del exterior no colonial.
4º.- Relanzamiento de su producción industrial para estimular la tasa de interés bancario, promoviendo, además, la concentración de industrias con objeto de aumentar su rentabilidad.

Con la primera medida se pretendía restablecer el equilibrio de la balanza de pagos inglesa; así mismo, los países de su antiguo imperio adoptaron la misma medida en consonancia con la libra esterlina.

En cuanto a la segunda medida, que implica a la tercera, los estatutos de la Conferencia de Otawa (1932) ponen en marcha un régimen aduanero preferencial entre los miembros de la Commonwealth.  Ello permitiría a Inglaterra recuperar parte de su antiguo status en el comercio mundial.

c)      Francia

Este país presenta unas características distintas a los anteriores por cuanto la crisis le alcanzó tardíamente y de forma relativamente débil.  En realidad, Francia comenzó a notar el desequilibrio de su balanza de pagos en 1932, a raíz de la devaluación de la libra inglesa.  El efecto inmediato era la escasa competitividad de sus productos en el mercado internacional debido a sus precios elevados.  De todas formas, entre 1932 y 1936 mantuvo el patrón oro y siguió una política deflacionista que redujeron las exportaciones debidos al mantenimiento de precios altos.  1934 fue un año económicamente complejo en el que se sucedieron un alto número de quiebras y escándalos financieros. 
En 1936 se produce un significativo cambio político con el triunfo del Frente Popular de León Blum.  Entre sus medidas más importantes están la devaluación del franco en varias ocasiones y una política de nacionalizaciones.   Aunque la productividad industrial había bajado considerablemente, a la altura de 1939 casi se había vuelto a la situación de pleno empleo.


3º.- Las Soluciones Totalitarias

a)      Alemania

La relación de dependencia que tenía la economía alemana con la estadounidense hizo que la propagación de la crisis fuera muy rápida y además de unas proporciones gigantescas.  La política deflacionista de la República de Weimar tuvo unas graves consecuencias políticas y económicas: por un lado propició el advenimiento del nacionalsocialismo y por otro provocó un descenso del consumo y de la inversión, una inflación galopante, la quiebra bancaria y un sinnúmero de parados.  Todo ello generó una animadversión generalizada a los gobiernos de le República.  Además también se vio afectado el comercio exterior, pues a pesar de la bajada de los precios en un 10%, no tenían competitividad en las exportaciones al ser más bajos los precios ingleses debido a la devaluación de la libra.   Así, en 1934 las exportaciones alemanas eran el 50% de las de 1929 con un paro superior a los 6 millones de personas en 1933.

El partido de Hitler había ganado las elecciones de 1932, asumiendo el poder al año siguiente y transformando las estructuras del estado de forma totalitaria y con un gran programa de rearme que afectaría a la política económica.

El primer problema con que se encuentra Hitler es el paro.   Su política contra el paro tuvo éxito en un principio con una bajada espectacular: 2´6 millones en 1934, 1´6 en 1936 y 400.000 en 1938.   El medio para conseguirlo fue una política de obras públicas de gran calado y posteriormente el rearme ya citado.

Otro de los puntos de inflexión era el desequilibrio de la balanza de pagos.   Para reequilibrarla mantiene una política en el exterior de control de cambios restringiendo la salida de capitales, adoptando acuerdos bilaterales con otros países y exigiendo licencias de importación con el fin de limitar las salidas de las materias primas necesarias para su propia industria.

En el interior, para financiar las obras públicas se recurre a una moderada inflación del crédito.  Para ello se pone en marcha un procedimiento que consistía en utilizar unos bonos, llamados Efectos MEFO, que emitían las empresas y garantizados por el Estado para pagar a trabajadores y proveedores.   Fue una inteligente medida que, al provocar una circulación pseudomonetaria paralela a los billetes normales, ocultó la inflación y evitó efectos psicológicos de masas.

El proceso de estatalización económica alcanza su culmen en 1936.  Como muestra tenemos el plan de Göring (plan de cuatro años) por medio del cual se quería lograr la autarquía económica y sustituir las importaciones de materia primas por productos de síntesis.  No fue posible conseguir la autarquía total, lo que provocó el inicio de la expansión hitleriana a otras zonas europeas rebautizando un antiguo concepto germano, acuñado por el geógrafo decimonónico Ratzel, el lebensraum, es decir, el espacio vital; el territorio necesario para que un estado pudiera sobrevivir atendiendo a las necesidades del mismo en cuanto a la relación población-recursos.

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