BLOG DE HISTORIA 1º BACHILLERATO

Prof. Luis Pérez-Cea Soto

martes, 23 de abril de 2013

GARIBALDI


¡Qué hermosos eran, oh Italia, tus Mil, vestidos como sencillos civiles, y luchando contra los bravucones emperifollados y dorados del despotismo, empujándoles como a un vil rebaño! ¡Qué hermosos eran vestidos de cualquier manera tal y como salieron de los talleres cuando sonó el clarín del deber que les llamaba! ¡Eran hermosos! ¡Muy.hermosos!, con el traje y sombrero del estudiante o con la ropa más modesta del albañil, el carpintero, el cerrajero! 1 y frente a esta tropa sin uniforme huían los comerciantes de conciencias, barrigudos, dorados, cubiertos de bordados y de hombreras.
Sí, Italia, tus Mil eran hermosos. Representaban tu ejército del mañana. Pronto -lo repito- no serán miles sino millones. ¿Y entonces? Entonces, hermosa desgraciada, tus arrogantes dominadores desaparecerán de tu suelo, y con ellos desaparecerán los infames traficantes de tu miseria y de tu vergüenza.
Los Mil (no lo olvidéis, jóvenes italianos) se convertirán en el Millón, y diez ejércitos cubiertos de adornos desaparecerán ante vuestros ojos como el humo desaparece con el viento.
Entonces os pertenecerá el fruto de vuestro sudor. Todos los bienes en los que la naturaleza fue pródiga serán para vosotros. Y la virgen a la que habéis jurado un amor de italiano, ardiente como la lava de nuestros volcanes, la virgen a la que habéis consagrado una vida sin tacha, será vuestra, purificada del contacto corrompido del sicario.
Pero no seáis sordos a la llamada y recordad que por falta de soldados han fracasado muchas generosas empresas.
Mientras el suelo sagrado en el que estáis lo pise el soldado extranjero, acudid cualquiera que sea el sonido del clarín que os llame. Tanto si es el ejército regular como el de los voluntarios, acudid, desde el momento en que están luchando contra el opresor. No escuchéis, como en Mentana, la voz de esos traidores que empujaron a la deserción a millares de jóvenes, con el pretexto de que se había de volver a casa para proclamar la república y construir barricadas.



1 Habría querido poder añadir y el campesino. Pero sería alterar la verdad. Esta clase, robusta y laboriosa no nos pertenece. Obedece a la dirección del sacerdote que la mantiene sujeta por la superstición. No se sabe de un solo campesino que se haya unido a los voluntarios. Sirven, pero a la fuerza, y son los eficaces instrumentos del despotismo y el clero. [Nota de Garibaldi.]

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